O el regreso al pasado o la España de futuro que queremos

Es indignante comprobar cómo malgasta esfuerzos el gobierno de la Generalitat en mantener la polémica a costa de los lazos, mientras gran parte de los problemas de Catalunya siguen aún por resolver, por un gobierno que no ha sido capaz ni de realizar unos presupuestos. Llevamos así meses y meses, embarcados en una aventura incierta.

Mientras, el ejecutivo de Pedro Sánchez, en los ocho meses que ha podido gobernar, ha realizado una intensa actividad legislativa para revertir los recortes que la derecha había aplicado a la sociedad española y poner las bases de un programa de desarrollo social justo y solidario para todos los españoles y españolas.

Con solo 84 diputados, en este tiempo se ha incrementado el salario mínimo interprofesional a 900 euros, el mayor crecimiento de la Democracia; se han revalorizado las pensiones con el IPC; se ha recuperado el sistema de Sanidad Universal, se ha desarrollado un nuevo plan de empleo juvenil y se ha aprobado una ley para garantizar la igualdad de trato y oportunidades entre hombres y mujeres en el empleo.

Se han tomado decisiones tan importantes como incentivar el alquiler de las viviendas sociales, frenando el aumento de los precios, o decretar el aumento de cinco a ocho semanas del permiso de paternidad, y se han sacado adelante el bono social energético para familias sin recursos y la ley de protección integral frente a la violencia contra la infancia.

Ha sido un gobierno que ha marcado un claro perfil de desarrollo de políticas de igualdad, feminista y ecológico. Un ejecutivo que ha eliminado el llamado “impuesto al Sol”, aprobando una legislación que permite el desarrollo de la energía solar fotovoltaica y del autoconsumo eléctrico en España, un marco normativo que ha permitido a Viladecans desarrollar el proyecto europeo Vilawatt.

La derecha ha contratacado de la peor manera, no solo contra todas las medidas sociales y de igualdad, sino también con una especie de regreso al pasado, con políticas tan reaccionarias y derechistas como proponer el derecho a las armas, la reivindicación del franquismo o devolver a la mujer el papel secundario, poniendo en crisis las políticas de igualdad de género que habíamos impulsado los socialistas.

La miopía de algunos, que no ven más allá del procés, les llevó a rechazar unos Presupuestos Generales del Estado que, entre otras cosas, aportaban más de 2.000 millones de euros de financiación suplementaria para Catalunya. Esos ni quieren gobernar ni dejan hacerlo a los demás. Posiblemente, las próximas elecciones del 28 de abril sean las más importantes que ha tenido nuestro país después de la Transición. Nos jugamos o el regreso al pasado o la España de futuro que queremos.