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DULCE VALERO | 473
Domingo, 29 de Septiembre de 2019
COMARCA

“El reto de la docencia es convencer a los alumnos de que pueden mejorar el mundo”

ELFAR.CAT entrevista a Miguel Valero, profesor de la Escola d’Enginyeria de Telecomunicacions i Aeroespacial de Castelldefels de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC), quien acaba de recibir una de las distinciones Jaume Vicens Vives 2019

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Miguel Valero (L’Hospitalet, 1962) acaba de recibir, de manos de la Generalitat, una de las prestigiosas distinciones Jaume Vicens Vives 2019 por su trayectoria dedicada a la docencia universitaria y a la formación de profesorado. Aprovechando la inauguración del nuevo curso académico, hemos querido indagar -a través de su experiencia a lo largo de más de tres décadas- en el papel de la docencia en la  sociedad actual, en las nuevas metodologías de aprendizaje y en el futuro de los estudios universitarios.

-Si uno mira su currículum, su trayectoria es envidiable: Doctor en infor­mática en 1989, Catedrático de Universidad del Departamento de Arquitectura de Computadores desde 2003, Jefe de Estudios de la Facultad de Informática de Barcelona (1993-1996), Subdirector del Instituto de Ciencias de la Educación (1998-2003), Director de la Escuela Polítécnica Superior de Castelldefels (2003-2007)… De hecho, forma parte de una de las primeras promociones de licenciados en informática en el país. Lo hizo en 1986 a través de la Facultad de Informática de Barcelona. ¿Qué es lo que le atrajo de un sector que entonces era emergente y que ahora es tan imprescindible en nuestra sociedad?
-Yo no tenía muy claro qué quería estudiar. Unos meses antes de tener que tomar la decisión hice un cursillo de programación en Cobol, un lenguaje de programación casi olvidado. Me gustó y eso fue lo que me hizo elegir la carrera de Informática. Podría decir ahora que tuve una visión de futuro que me hizo comprender la importancia que tendría la informática, pero no fue así. Simplemente fue aquel cursillo. Podría haber sido uno de cocina y quién sabe…

-Aunque durante todos estos años ha ejercido su labor en diferentes ámbitos como la gestión o la investigación, tengo entendido que desde el inicio de su trayectoria lo que más le atrajo fue la docencia, una labor que sigue ejerciendo en la actualidad en Castelldefels, donde también reside. El panorama en las aulas universitarias ha cambiado mucho desde que empezó ¿Cuáles son a su parecer los principales retos de la docencia en la sociedad actual, teniendo en cuenta cómo está afectando la irrupción de las nuevas tecnologías?
-El reto de la docencia en la sociedad actual es el mismo que en la sociedad del pasado: conseguir que los alumnos acaben el proceso formativo convencidos de que son capaces de hacer grandes cosas. En todo caso, el espectacular desarrollo de las tecnologías hace que el reto sea aún más difícil en la sociedad actual por dos motivos. Por una parte, hay que enseñar a los alumnos a moverse con éxito en ese mundo tecnológico tan cambiante. No tiene mucho sentido que nos empeñemos en enseñarles la tecnología 4G si cuando acaben la carrera ya iremos por la 7G o la 8G. Y por otra parte, no es fácil convencer a los alumnos de que necesitan venir a las clases a por conocimientos que pueden encontrar fácilmente por otras vías como, por ejemplo, con unos videos en Youtube.

-El premio que le ha otorgado la Generalitat también ha querido destacar su impulso a la innovación docente mediante la utilización de nuevas metodologías centradas en el aprendizaje del estudiante. ¿Podría explicarnos en qué consiste esta metodología?
­-Es bien sabido que el aprendizaje depende esencialmente de lo que haga el alumno. Lo que haga el profesor también es importante, pero sólo en la medida en que eso que haga estimule la acción del alumno. Cuando empecé a dar clases mi preocupación estaba centrada en lo que yo iba a hacer en clase, en el orden y claridad de mis explicaciones. Naturalmente que proponía a mis alumnos ejercicios y quería que los hicieran. Pero una vez propuestos, mi cabeza volvía a centrarse en lo que yo haría en la siguiente clase. Era como la locomotora de un tren, cuyo objetivo es llegar a la siguiente estación a la hora prevista, incluso a costa de que algunos vagones (algunos alumnos) se descuelguen por el camino. La docencia centrada en el aprendizaje se parece más a una barca en la que los alumnos reman al ritmo que marca el profesor. Si no reman, entonces no llegan a ninguna parte.

-En su caso, su trabajo no se centra sólo en el estudiante sino también en la formación del profesorado, una labor a la que ha dedicado muchos años y que le ha llevado a visitar numerosas universidades tanto nacionales como internacionales. En los tiempos que corren, con cambios tan veloces en la sociedad, parece que el reciclaje en el profesorado resulta más que nunca imprescindible ¿no es así?
-Más que de reciclaje a mí me gusta más hablar de formación para la profesión. Como cualquier otra, la profesión docente requiere del dominio de herramientas y técnicas. Por ejemplo, si uno quiere que una actividad de trabajo en grupo para sus alumnos funcione, tiene que aplicar bien las técnicas que existen para ello. Esas técnicas pueden aprenderse. Lamentablemente la docencia univer­si­taria es una de las pocas actividades profesionales para las que no se requiere una formación específica previa. Te contratan y te dicen: “Éste es el libro y esos tus alumnos. Buena suerte”.


Lo que pasa ahora es que, precisamente por esos cambios de los que hablábamos antes, cada vez hay más presión para que la docencia universitaria mejore su eficacia en la formación de personas bien preparadas para el futuro. Eso hace más necesaria que nunca esa formación para la profesión que con frecuencia hemos echado en falta.

 

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-La investigación y la transferencia de conocimiento hacen de la universidad una institución estratégica para el futuro de nuestra sociedad, y en el Baix Llobregat tenemos la suerte de contar con el campus de la UPC de Castelldefels. ¿Nos podría dar ejemplos de la importante labor que se ejerce cada día en esta institución y que mucha gente desconoce?
-La UPC se afincó en Castelldefels en el año 2002. Aquí se imparten una variedad de titulaciones oficiales de grado y máster en los ámbitos de las telecomunicaciones, aeronáutica y agricultura. Además, hay incubadoras de empresas con base tecnológica. La idea es crear un ecosistema que explote las sinergias entre formación, investigación, innovación y emprendimiento.


Un ejemplo interesante de estas sinergias es la actividad que se está desarrollando en Castelldefels en torno a los drones. Esta tecnología se apoya naturalmente en las telecomunicaciones y la aeronáutica y tiene en la agricultura uno de sus ámbitos de aplicación más importantes. Precisamente éstos son los tres ámbitos de formación en el campus.


Además, en el campus residen varias empresas del sector de los drones, alguna de ellas entre las más importantes del mundo. Juntos impulsamos proyectos interesantes como, por ejemplo, el desarrollo de un sistema basado en drones para la identificación de pateras en alta mar, o un sistema para calcular el volumen de los viñedos de manera que pueda ajustarse la cantidad de fertilizantes.


Con frecuencia, también las administraciones locales participan en estas sinergias, como es el caso del Ayuntamiento de Castelldefels, que recientemente organizó una jornada con el objetivo de poner en contacto a las empresas e investigadores del ámbito de los drones residentes en el Campus con empresas de la comarca potencialmente beneficiarias de esta tecnología.


-La revolución tecnológica y la crisis económica han supuesto una catarsis también para la universidad, que se ha tenido que adaptar como tantos otros sectores. Usted que ha vivido todo el proceso de transformación de la universidad pública catalana desde hace más de 30 años ¿cómo cree que debería de ser la universidad del futuro para ser de calidad y qué papel deberá de ejercer el profesor en la era de Google?
-La universidad tiene tres tareas fundamentales: formar a personas para el futuro, crear conocimiento y hacer lo posible para que ese conocimiento se use y se use bien, es decir, de forma ética y responsable. Eso sigue siendo válido para la universidad del futuro.


Teniendo en cuenta la pinta que tiene el futuro se pueden hacer algunos matices a esas tareas. Respecto a la formación de personas, es fundamental que los alumnos hagan cosas en la universidad que les convenzan de que son capaces de cambiar el mundo para mejorarlo. Eso no se consigue poniéndoles exámenes. Por otra parte, los profesores tendremos que asociarnos a Google, porque contra él no vamos a poder.


Y respecto a las otras tareas, las tendencias actuales hacen más necesario que nunca el asegurarnos de que se difunde el conocimiento. Por ejemplo, cuando un alto mandatario niega el cambio climático, deberían alzar su voz los rectores de todas las universidades para decirle que sí existe.

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