OPINIÓN
Ahora toca la serena solidez y no la sobreactuación
ANTONIO BALMÓN. Alcalde de Cornellà
En la mayoría de ayuntamientos de nuestra comarca se están aprobando de forma unánime pactos de ciudad donde se recogen un conjunto de medidas sociales, subvenciones, ayudas fiscales y fortalecimiento de la movilidad sostenible, con el fin de afrontar las consecuencias del coronavirus.
Sumar es lo que necesitamos en estos momentos y lo que no necesitamos es más confrontación; lo que necesitamos ahora es inteligencia para comprender y ampliar el compromiso, para evitar la división, confiar en la corresponsabilidad y demostrar que hay que evitar el sufrimiento innecesario. Necesitamos compartir sentimientos de justicia, solidaridad, respeto mutuo y construcción de complicidad comunitaria.
Tenemos que hacerlo bien, porque nuevamente nos vamos a enfrentar a tiempos difíciles. Sabemos que lo primero a despejar en estos tiempos son las ideas estancas, las propuestas prefabricadas, la uniformidad. Poner orden en la actual situación no va a ser una tarea fácil, desconocemos lo que tendremos que mantener y lo que habrá que sustituir, por ello el delicado equilibrio que caracteriza a los acuerdos debe proceder de la metodología del consenso, y construir un aval amplio y plural que sustente el acuerdo político. Si no, se debilitará su finalidad.
En esa línea, quiero remarcar que, al igual que el sistema sanitario ha arbitrado y mostrado capacidad de respuesta y de adaptación a las necesidades inmediatas, el sistema educativo debe asegurar el derecho a la educación, construyendo medidas y destinando fondos económicos excepcionales. Estos recursos se tienen que centrar en la defensa del sistema: la educación es conocimiento, evita la ignorancia y favorece la igualdad. No afrontarlo implicaría desproveer a nuestros niños y jóvenes de esa finalidad, asfixiar la fraternidad, la equidad y devolvernos a criterios de acceso a las oportunidades sustentados sobre desigualdades sociales, económicas y territoriales.
En las próximas semanas y meses nos jugamos mucho colectivamente. No se trata de heroísmos ni de clarividencias, pero haríamos bien en mirar de frente a la situación, reconociendo que los elementos no son favorables, para no desaprovechar nuestras posibilidades y sumar energías. Nadie aspira a ir contra el viento, pero esta situación ha descolocado nuestro centro de gravedad, y entre todos tenemos que evitar desplazarnos en dirección a la ciénaga de la vulnerabilidad.
En la mayoría de ayuntamientos de nuestra comarca se están aprobando de forma unánime pactos de ciudad donde se recogen un conjunto de medidas sociales, subvenciones, ayudas fiscales y fortalecimiento de la movilidad sostenible, con el fin de afrontar las consecuencias del coronavirus.
Sumar es lo que necesitamos en estos momentos y lo que no necesitamos es más confrontación; lo que necesitamos ahora es inteligencia para comprender y ampliar el compromiso, para evitar la división, confiar en la corresponsabilidad y demostrar que hay que evitar el sufrimiento innecesario. Necesitamos compartir sentimientos de justicia, solidaridad, respeto mutuo y construcción de complicidad comunitaria.
Tenemos que hacerlo bien, porque nuevamente nos vamos a enfrentar a tiempos difíciles. Sabemos que lo primero a despejar en estos tiempos son las ideas estancas, las propuestas prefabricadas, la uniformidad. Poner orden en la actual situación no va a ser una tarea fácil, desconocemos lo que tendremos que mantener y lo que habrá que sustituir, por ello el delicado equilibrio que caracteriza a los acuerdos debe proceder de la metodología del consenso, y construir un aval amplio y plural que sustente el acuerdo político. Si no, se debilitará su finalidad.
En esa línea, quiero remarcar que, al igual que el sistema sanitario ha arbitrado y mostrado capacidad de respuesta y de adaptación a las necesidades inmediatas, el sistema educativo debe asegurar el derecho a la educación, construyendo medidas y destinando fondos económicos excepcionales. Estos recursos se tienen que centrar en la defensa del sistema: la educación es conocimiento, evita la ignorancia y favorece la igualdad. No afrontarlo implicaría desproveer a nuestros niños y jóvenes de esa finalidad, asfixiar la fraternidad, la equidad y devolvernos a criterios de acceso a las oportunidades sustentados sobre desigualdades sociales, económicas y territoriales.
En las próximas semanas y meses nos jugamos mucho colectivamente. No se trata de heroísmos ni de clarividencias, pero haríamos bien en mirar de frente a la situación, reconociendo que los elementos no son favorables, para no desaprovechar nuestras posibilidades y sumar energías. Nadie aspira a ir contra el viento, pero esta situación ha descolocado nuestro centro de gravedad, y entre todos tenemos que evitar desplazarnos en dirección a la ciénaga de la vulnerabilidad.
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