OPINIÓN
Toma de responsabilidad
MARÍA JOSÉ ESPINOSA. Directora ELFAR.CAT
Ya ha llegado ese tan ansiado momento por todos esperados: el de la nueva normalidad. Se acabó ese inusual Estado de Alarma que nos ha tenido viviendo y, en muchos casos, resistiendo, como si de una película distópica se tratase.
Se vuelven a abrir servicios y equipamientos municipales, como las playas, piscinas, parques o polideportivos, y se ponen en marcha los casales de verano para niños. Las administraciones continúan poniendo a nuestro alcance diferentes recursos para la reconstrucción del tejido socioeconómico de nuestros municipios y prosiguen adoptando las medidas de seguridad e higiene recomendadas por las autoridades sanitarias.
Pero esto no será suficiente. Hay muchas ganas de disfrutar del verano tras una atípica primavera, pero es necesario que cada persona se cuestione por su propia responsabilidad en esta situación inédita que estamos viviendo. Ya no vale únicamente con esperar a que otros, las distintas administraciones, nos cuiden y velen por nuestros intereses. Es hora de actuar con sentido común ya que la situación de emergencia sanitaria no ha finalizado. No lo olvidemos.
Tenemos que encontrar ese punto de equilibrio entre el valor y el miedo, que nos permita retomar nuestra vida y disfrutar de ella, sin olvidar que, quizás, hemos entrado en una nueva era, en la que urge un cambio de paradigma.
Y dentro de éste, hay un concepto necesario: la innovación. No solo a nivel tecnológico, sino a nivel de adaptabilidad en todos nuestros sectores, replanteándonos diferentes aspectos como sociedad. Cuestiones que parecían irreales, y cuyo desarrollo en el imaginario colectivo y en el de la propia administración se pensaba prolongado en tiempo y elevadísimo en recursos, se están aplicando en tiempo récord, como el teletrabajo, la teleasistencia o los diferentes trámites online por poner algunos ejemplos.
Se trata de reinventarse, de adaptarse al cambio, de agilizarlo, al igual que un material resiliente vuelve a su óptimo estado una vez ha desaparecido la fuerza que lo ha deformado. Nos toca aprender a vivir en la incertidumbre, por otro lado base de la vida, trasladándolo a la educación, para que los adultos del mañana aprendan cómo manejarse en las inciertas vicisitudes que están seguramente por venir en este entorno actual tan complejo. Las soluciones del ayer ya no valen para el hoy... y menos aún para el mañana.
Se necesita ser creativo e innovar para encontrar otras maneras de relacionarnos entre nosotros y con el medio ambiente, así como en el cuidado de nuestro planeta, actualizando nuestros sistemas de producción y de reciclaje, con el fin de aumentar la sostenibilidad, teniendo claro que, si ante esta crisis que es global, no se actúa de la misma forma, estamos condenados al fracaso. No hay vuelta atrás: nos toca a cada uno de nosotros. Se trata de nuestra responsabilidad.
Ya ha llegado ese tan ansiado momento por todos esperados: el de la nueva normalidad. Se acabó ese inusual Estado de Alarma que nos ha tenido viviendo y, en muchos casos, resistiendo, como si de una película distópica se tratase.
Se vuelven a abrir servicios y equipamientos municipales, como las playas, piscinas, parques o polideportivos, y se ponen en marcha los casales de verano para niños. Las administraciones continúan poniendo a nuestro alcance diferentes recursos para la reconstrucción del tejido socioeconómico de nuestros municipios y prosiguen adoptando las medidas de seguridad e higiene recomendadas por las autoridades sanitarias.
Pero esto no será suficiente. Hay muchas ganas de disfrutar del verano tras una atípica primavera, pero es necesario que cada persona se cuestione por su propia responsabilidad en esta situación inédita que estamos viviendo. Ya no vale únicamente con esperar a que otros, las distintas administraciones, nos cuiden y velen por nuestros intereses. Es hora de actuar con sentido común ya que la situación de emergencia sanitaria no ha finalizado. No lo olvidemos.
Tenemos que encontrar ese punto de equilibrio entre el valor y el miedo, que nos permita retomar nuestra vida y disfrutar de ella, sin olvidar que, quizás, hemos entrado en una nueva era, en la que urge un cambio de paradigma.
Y dentro de éste, hay un concepto necesario: la innovación. No solo a nivel tecnológico, sino a nivel de adaptabilidad en todos nuestros sectores, replanteándonos diferentes aspectos como sociedad. Cuestiones que parecían irreales, y cuyo desarrollo en el imaginario colectivo y en el de la propia administración se pensaba prolongado en tiempo y elevadísimo en recursos, se están aplicando en tiempo récord, como el teletrabajo, la teleasistencia o los diferentes trámites online por poner algunos ejemplos.
Se trata de reinventarse, de adaptarse al cambio, de agilizarlo, al igual que un material resiliente vuelve a su óptimo estado una vez ha desaparecido la fuerza que lo ha deformado. Nos toca aprender a vivir en la incertidumbre, por otro lado base de la vida, trasladándolo a la educación, para que los adultos del mañana aprendan cómo manejarse en las inciertas vicisitudes que están seguramente por venir en este entorno actual tan complejo. Las soluciones del ayer ya no valen para el hoy... y menos aún para el mañana.
Se necesita ser creativo e innovar para encontrar otras maneras de relacionarnos entre nosotros y con el medio ambiente, así como en el cuidado de nuestro planeta, actualizando nuestros sistemas de producción y de reciclaje, con el fin de aumentar la sostenibilidad, teniendo claro que, si ante esta crisis que es global, no se actúa de la misma forma, estamos condenados al fracaso. No hay vuelta atrás: nos toca a cada uno de nosotros. Se trata de nuestra responsabilidad.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.169