OPINIÓN
Como en la antigua Grecia: la culpa del mensajero
MARI CARMEN GALLEGO. Periodista.
Nuestra cómoda sociedad occidental y desarrollada se ha tenido que enfrentar a una de las peores situaciones imaginables: una pandemia que ha puesto en jaque nuestro bonito mundo. Los fallecidos se cuentan por centenares, los ya maltrechos servicios sanitarios se han visto al borde del colapso y las residencias sociosanitarias han rozado la tragedia. Aunque la culpa es del que lo cuenta.
La sociedad española ha adoptado una de las principales características del sistema de la antigua Grecia: la culpa siempre es del mensajero. El exceso de información, según algunos expertos, es lo que ha provocado que nuestra sociedad llegase al límite porque los ciudadanos no han tenido tiempo de digerirla. No tenía nada que ver que no hubiera respiradores suficientes en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de los hospitales, que no se tomaran las medidas necesarias de contención en las residencias o que las mascarillas no llegaran. La culpa es siempre del que lo cuenta.
Esta visión que tienen algunos expertos de la capacidad de los ciudadanos para discernir la información debe ponernos en alerta. Utilizamos a los medios para recordar a los ciudadanos la necesidad de mantener distancias de seguridad, los hacemos servir de altavoz de mandatarios o programamos campañas comunicativas pero los culpamos de haber intoxicado a la población con un exceso de información.
Si bien es cierto que antiguamente ha habido otras pandemias que se han cobrado más víctimas que la del Coronavirus, la de la mal llamada Gripe española por ejemplo, también es verdad que, posiblemente, más que por los medios de comunicación se debe a que en el siglo XXI nuestra sociedad está más interconectada y la globalización hace que los virus también se desplacen con más facilidad.
Que los hospitales estaban al límite antes de la pandemia no es ningún secreto, sólo es necesario haber sido paciente o familiar de uno de ellos en un hospital público catalán. Los que hemos pasado por esa situación hemos visto, antes de la pandemia, en un hospital de tercer nivel de Catalunya falta de camas de críticos, carencia de aparatos para hacer encefalogramas o pequeñas intervenciones en los pasillos de urgencias. Y esta situación no es culpa del mensajero sino responsabilidad de quien gestiona los recursos.
Nuestra cómoda sociedad occidental y desarrollada se ha tenido que enfrentar a una de las peores situaciones imaginables: una pandemia que ha puesto en jaque nuestro bonito mundo. Los fallecidos se cuentan por centenares, los ya maltrechos servicios sanitarios se han visto al borde del colapso y las residencias sociosanitarias han rozado la tragedia. Aunque la culpa es del que lo cuenta.
La sociedad española ha adoptado una de las principales características del sistema de la antigua Grecia: la culpa siempre es del mensajero. El exceso de información, según algunos expertos, es lo que ha provocado que nuestra sociedad llegase al límite porque los ciudadanos no han tenido tiempo de digerirla. No tenía nada que ver que no hubiera respiradores suficientes en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) de los hospitales, que no se tomaran las medidas necesarias de contención en las residencias o que las mascarillas no llegaran. La culpa es siempre del que lo cuenta.
Esta visión que tienen algunos expertos de la capacidad de los ciudadanos para discernir la información debe ponernos en alerta. Utilizamos a los medios para recordar a los ciudadanos la necesidad de mantener distancias de seguridad, los hacemos servir de altavoz de mandatarios o programamos campañas comunicativas pero los culpamos de haber intoxicado a la población con un exceso de información.
Si bien es cierto que antiguamente ha habido otras pandemias que se han cobrado más víctimas que la del Coronavirus, la de la mal llamada Gripe española por ejemplo, también es verdad que, posiblemente, más que por los medios de comunicación se debe a que en el siglo XXI nuestra sociedad está más interconectada y la globalización hace que los virus también se desplacen con más facilidad.
Que los hospitales estaban al límite antes de la pandemia no es ningún secreto, sólo es necesario haber sido paciente o familiar de uno de ellos en un hospital público catalán. Los que hemos pasado por esa situación hemos visto, antes de la pandemia, en un hospital de tercer nivel de Catalunya falta de camas de críticos, carencia de aparatos para hacer encefalogramas o pequeñas intervenciones en los pasillos de urgencias. Y esta situación no es culpa del mensajero sino responsabilidad de quien gestiona los recursos.
Zonaguauparc | Viernes, 10 de Julio de 2020 a las 00:29:26 horas
El exceso de información, es el argumento fácil del poder para justificar su verdadera intencionalidad, que no es otra que monopolizarla.
Yo creo que la tendencia a la inmediatez y al prejuicio fácil, sí que definen una sociedad basada en la creencia de que la respuesta siempre está en la noticia recibida. Y que una vez recibida ya deja de ser información para pasar a ser inmediata opinión, por eso siempre se tiende a obtenerla de la fuente que previamente has escogido para saber no el contenido de la información, sino también tu propio posicionamiento.
Más información no genera confusión, sino que debería ayudarnos a mejorar la calidad de nuestra opinión y su consecuencia: nuestro posicionamiento ante la noticia.
Buen artículo, aunque no esperaba menos viniendo de quien lo firma.
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