De miserias y otros lodos

El curso escolar comenzará con muchas incertidumbres, gran parte de las cuales estaban ya antes del verano y pocas se han solucionado. Una cosa es que el tiempo pase rápido: a razón de cumplir años el reloj parece que se acelere; pero otra muy distinta es perder el tiempo inútilmente.

El curso empezará con unos equipos directivos agobiados, que todavía no tienen claro con qué herramientas y qué medios van a contar. En algunos casos, a niveles tan básicos como mascarillas. Hay algunos alcaldes comprando por su cuenta, como en su momento adquirieron ordenadores durante el confinamiento.

El colegio comenzará con unos equipos directivos sedientos de concreción, con una comunidad educativa que se ha enterado de las medidas que directamente les afectan –éstas, aquellas y las otras- a través de ruedas de prensa de bombo y platillo, de medallitas y del ¿éste y el otro? ¡Pero si aquellos de allí están mucho peor! Las peores miserias son las que no se ven.

La conselleria dice que ahora mejorará la comunicación y ha creado, por ejemplo, grupos de Telegram para difundir información. Pero no se entiende que no existiera ésta o cualquier otra herramienta antes, como tampoco es comprensible que no exista diálogo con los sindicatos y con el profesorado (que, quizás, sería necesario además de justo que contara con un órgano representativo colegiado, aunque esto ya es otra historia).

La falta de diálogo con las maestras y los maestros es, incluso, temeraria y más teniendo en cuenta que estos últimos serán quienes sacarán las castañas del fuego en las aulas. Porque que nadie lo dude: con ahora una ratio de 20 alumnos como recomendación, sin un refuerzo real de profesorado -que además ya era un problema crónico- y con el arréglate tú mismo que yo te doy libertad aunque no medios, los docentes serán los que planten cara, los que den la batalla y los que bajen una vez más al barro. ¿Se acuerdan de los sanitarios que tenían que vestir con bolsas de basura porque faltaban trajes de protección individual?