OPINIÓN
No renunciemos ni al más viejo de nuestros sueños
SÒNIA GUERRA. Diputada en el Congreso y secretaria de Políticas Feministas del PSC
Madrid amanecía gris y lluviosa. Sospechaba la capital que el covid no iba a ser el único virus al que se iba a enfrentar aquel miércoles 21 de octubre de 2020. Minutos después del alba, empezaba la actividad en el Congreso de las y los Diputados. Intervenía en primer lugar Ignacio Garriga, diputado de VOX, el partido fascista, para hacer uno de los discursos más xenófobos que se ha escuchado nunca en sede parlamentaria.
Pero el odio a sus iguales no fue lo único que caracterizó su intervención. Tampoco la del candidato Santiago Abascal. El marco discursivo de ambos recordaba al NO-DO. De hecho, cuando mencionaban al Gobierno de Pedro Sánchez, lo hacían recurriendo a las formas y al tono con el que la derecha fascista española siempre se ha referido a todos aquellos y aquellas que defendieron con su sangre y honor el gobierno legítimo de la II República.
El Frente Popular, por mucho que se empecine la derecha, fue, es y será aquella coalición de izquierdas que ganó las elecciones del 36, antes del Golpe de Estado de Franco y los franquistas, los únicos que sembraron la barbarie en España, y nos privaron de la paz, la democracia y la libertad. Así me lo explicaba mi abuelo José, combatiente de la Quinta del Biberón, que durante el franquismo escuchaba a escondidas Radio Pirenaica por miedo a ser delatado por sus vecinos y vecinas; así me lo narraba mi abuela Aurelia, quien fue rapada y paseada desnuda por el pueblo después de obligarla, junto a otras rojas, a tomar aceite de ricino.
Y así, con mucho honor y mucha honra, se lo explico yo a Nora y a Dídac, mis hijos, para que ellos conserven la memoria y conozcan, en boca de una roja, lo que sufrió este país a manos de los abuelos de los que ahora se atreven a arrancar de las calles de Madrid la memoria de Indalecio Prieto y Largo Caballero, dignos representantes del Gobierno de España. Por ellos, por aquellos y aquellas pero también, y sobre todo, por los y las que vendrán jamás renunciemos ni al más viejo de nuestros sueños.
Madrid amanecía gris y lluviosa. Sospechaba la capital que el covid no iba a ser el único virus al que se iba a enfrentar aquel miércoles 21 de octubre de 2020. Minutos después del alba, empezaba la actividad en el Congreso de las y los Diputados. Intervenía en primer lugar Ignacio Garriga, diputado de VOX, el partido fascista, para hacer uno de los discursos más xenófobos que se ha escuchado nunca en sede parlamentaria.
Pero el odio a sus iguales no fue lo único que caracterizó su intervención. Tampoco la del candidato Santiago Abascal. El marco discursivo de ambos recordaba al NO-DO. De hecho, cuando mencionaban al Gobierno de Pedro Sánchez, lo hacían recurriendo a las formas y al tono con el que la derecha fascista española siempre se ha referido a todos aquellos y aquellas que defendieron con su sangre y honor el gobierno legítimo de la II República.
El Frente Popular, por mucho que se empecine la derecha, fue, es y será aquella coalición de izquierdas que ganó las elecciones del 36, antes del Golpe de Estado de Franco y los franquistas, los únicos que sembraron la barbarie en España, y nos privaron de la paz, la democracia y la libertad. Así me lo explicaba mi abuelo José, combatiente de la Quinta del Biberón, que durante el franquismo escuchaba a escondidas Radio Pirenaica por miedo a ser delatado por sus vecinos y vecinas; así me lo narraba mi abuela Aurelia, quien fue rapada y paseada desnuda por el pueblo después de obligarla, junto a otras rojas, a tomar aceite de ricino.
Y así, con mucho honor y mucha honra, se lo explico yo a Nora y a Dídac, mis hijos, para que ellos conserven la memoria y conozcan, en boca de una roja, lo que sufrió este país a manos de los abuelos de los que ahora se atreven a arrancar de las calles de Madrid la memoria de Indalecio Prieto y Largo Caballero, dignos representantes del Gobierno de España. Por ellos, por aquellos y aquellas pero también, y sobre todo, por los y las que vendrán jamás renunciemos ni al más viejo de nuestros sueños.










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