COMARCA
“El inicio de la campaña de vacunación supone vislumbrar la luz al final del túnel”
ELFAR.CAT entrevista a Carlota Dobaño, investigadora del Institut Salut Global de Barcelona
![[Img #35209]](https://elfar.cat/upload/images/01_2021/5150_carlota-dobano.jpg)
La investigadora científica pratense Carlota Dobaño encabeza, desde el Institut de Salut Global de Barcelona (ISGlobal), un proyecto para obtener más detalles sobre los sistemas inmunitarios y el COVID-19. En esta entrevista concedida a EL FAR.CAT habla, entre otras cuestiones, de las primeras vacunas contra el coronavirus.
-¿Qué esperanzas tenemos que tener con la llegada de las primeras vacunas?
-El inicio de la campaña de vacunación de Pfizer/BioNTech, Moderna y y AstraZeneca supone empezar a vislumbrar la luz al final del túnel. La elevada eficacia de los ensayos de fase 3 fueron la mejor noticia del año pasado y marcan el principio del final de la terrible situación pandémica que pronto llevaremos sufriendo un año. A medida que más personas vayan adquiriendo inmunidad se irá reduciendo la presión sanitaria de las UCIs progresivamente y, eventualmente, esperamos que también pueda reflejarse en una reducción de transmisión comunitaria del virus.
-¿Cuántas vacunas nos podemos encontrar este año en el mercado?
-Ya tenemos tres seguras y pronto saldrán los resultados de la de Johnson & Johnson, que en caso de ser positivos se espera que entre también en el mercado. De las otras candidatas, se tienen altas esperanzas en la de Novavax que inició la fase 3 en diciembre y si fuese eficaz también podría incorporarse. Otras vacunas aprobadas como las rusas y las chinas están en el mercado pero por ahora en otros países.
-¿Eso es una ventaja o una desventaja?
-Por la gran demanda que existe a nivel global, es una ventaja disponer de tantas opciones para cubrir cuánta más gente mejor y lo más rápido posible. Aún así, ahora mismo todavía hay limitación de producción y por ello se establecen las priorizaciones iniciando la vacunación en las poblaciones más vulnerables, como los ancianos, o con más riesgo, como los sanitarios.
-¿Piensa que el débil arranque del proceso de vacunación hace poco probable que se cumpla el objetivo de vacunar al 70% de la población española a finales de verano?
-Si seguimos este ritmo es improbable llegar a este ambicioso objetivo. Debería haber un cambio radical en la eficiencia de la campaña de vacunación, y aún así hay limitaciones de producción y logísticas, y de personal sanitario para administrarlas, que dificultan el proceso. Además, es una situación nueva, y no ha ayudado la cadena de frío compleja con Pfizer.
-Y si se cumpliera con el plan de vacunación que se ha establecido, ¿cree que a finales de año se podrá recuperar la tan ansiada normalidad?
-Si se cumpliesen los objetivos y no hubieran otras incidencias como, por ejemplo, roturas de stock, problemas graves de confianza en las vacunas o evasión inmunitaria a la vacuna por posibles mutaciones adicionales del virus, me parece razonable pensar que a finales de año nos acercaríamos a una situación más similar a la normal. De todos modos, es posible que el virus todavía circule y cause cierta morbilidad, quizás estacionalmente, y que nos tengamos que acostumbrar a las mascarillas como es más habitual en países asiáticos.
-¿Cómo actúa una vacuna sobre nuestra inmunidad?
-Como cualquier vacuna, el objetivo es presentar al sistema inmunitario una parte del virus (puede ser una proteína como la espícula de la corona), o el virus debilitado, de manera que no genere una infección pero sí active las defensas para producir anticuerpos y linfocitos de memoria. Como si montásemos un ejército en reserva preparado para el combate. En el caso de sufrir una infección en el futuro, el sistema inmunitario ya estaría preparado para recordar y bloquear el virus de manera que no produzca la enfermedad. Por ahora sabemos que las vacunas COVID-19 protegen frente a los síntomas y la gravedad y se está investigando si también previene la infección y reducirá la transmisión.
-Una de las novedades que nos presentan las vacunas anunciadas es que introducen el ARN mensajero, que es una técnica nunca antes aplicada a los humanos. ¿En qué se diferencia de las vacunas convencionales?
-Se diferencia en que en lugar de inocular la proteína, que es el fragmento del virus (antígeno) que el sistema inmunitario reconoce como un peligro, y estimula la respuesta, se inocula la plantilla con las instrucciones para que nuestras células fabriquen con su maquinaria dicha proteína del virus. Este ARNm es una tecnología más fácil de producir que una proteína. Por eso han ido tan rápido, pero es muy delicado. Por tanto, lo envuelven de una nanopartícula de lípidos, que una vez dentro del cuerpo permite que entre en las células, donde se degrada rápidamente una vez ha hecho de molde para producir las proteínas. Por eso necesita ser conservado a temperaturas muy bajas que preservan su estabilidad.
-¿Son vacunas seguras?
-Son vacunas muy seguras. En los ensayos clínicos hechos hasta ahora han tenido un perfil de seguridad parecido, o mejor, que las demás vacunas, con un porcentaje reducido de efectos adversos y buena tolerabilidad. Únicamente han habido los problemas con algunas reacciones en la de Pfizer/BioNTech en gente con historial de alergias grave, pero que han sido transitorias y resueltas sin más consecuencias.
-¿La eficacia es similar a la vacuna, por ejemplo, de la gripe?
-Depende de la formulación de la vacuna. Las de ARNm tiene una eficacia altísima, alrededor del 95%, mayor a las de la gripe que ronda el 40-60%, y que sigue siendo beneficiosa. Otras formulaciones, de las que están justo saliendo los resultados estos días (vacunas inactivadas clásicas) tienen eficacia del 50%, más similar a la de la gripe. Las de adenovirus se han visto rangos entre 60-90%. Por tanto, en general, estamos en rangos mayores de eficacia en condiciones ideales de ensayos clínicos, que a ver cómo se trasladan a nivel de efectividad en la población en la implementación real.
-¿Cuál sería el porcentaje ideal de población que se tendría que vacunar para volver a tener una vida similar anterior a la pandemia?
-No existe un porcentaje mágico que sirva para todas las poblaciones, porque la inmunidad de grupo depende de muchos factores y puede variar entre zonas geográficas y en el tiempo. Cuánto mayor sea la eficacia y la duración de la inmunidad de la vacuna, menor sería el porcentaje. Y cuánto mayor sea la contagiosidad del virus, mayor será el porcentaje. También depende de varios parámetros epidemiológicos de los que se habla mucho, como la incidencia, la R y otros que son complejos de estimar. Pero para simplificar, en general se considera del orden del 70% o más.
-¿Qué les diría a las personas que son reacias a vacunarse?
-Que las vacunas han sido la mejor intervención en salud pública de la historia, toda una revolución durante el siglo XX sin las que no se explicaría el desarrollo y bienestar adquirido en nuestras latitudes. Que gracias a ellas no conocemos lo que son enfermedades horrorosas como la viruela, la polio, etc, y no padecemos otras como el sarampión, a pesar de que precisamente no dejan de haber brotes por la negativa de personas o comunidades a vacunarse y que afectan a toda la sociedad. Son las herramientas más coste-eficaces y seguras que tenemos para prevenir las enfermedades infecciosas que son letales, un gran invento de la humanidad. Mire si creo en las vacunas, que he dedicado mi vida profesional a ellas, en conseguir cuantas más mejor para ir erradicando enfermedades globales que siguen afectando y matando un número intolerable de personas y condicionando la vida de tantas otras, como ahora nos está pasando con esta pandemia.
La investigadora científica pratense Carlota Dobaño encabeza, desde el Institut de Salut Global de Barcelona (ISGlobal), un proyecto para obtener más detalles sobre los sistemas inmunitarios y el COVID-19. En esta entrevista concedida a EL FAR.CAT habla, entre otras cuestiones, de las primeras vacunas contra el coronavirus.
-¿Qué esperanzas tenemos que tener con la llegada de las primeras vacunas?
-El inicio de la campaña de vacunación de Pfizer/BioNTech, Moderna y y AstraZeneca supone empezar a vislumbrar la luz al final del túnel. La elevada eficacia de los ensayos de fase 3 fueron la mejor noticia del año pasado y marcan el principio del final de la terrible situación pandémica que pronto llevaremos sufriendo un año. A medida que más personas vayan adquiriendo inmunidad se irá reduciendo la presión sanitaria de las UCIs progresivamente y, eventualmente, esperamos que también pueda reflejarse en una reducción de transmisión comunitaria del virus.
-¿Cuántas vacunas nos podemos encontrar este año en el mercado?
-Ya tenemos tres seguras y pronto saldrán los resultados de la de Johnson & Johnson, que en caso de ser positivos se espera que entre también en el mercado. De las otras candidatas, se tienen altas esperanzas en la de Novavax que inició la fase 3 en diciembre y si fuese eficaz también podría incorporarse. Otras vacunas aprobadas como las rusas y las chinas están en el mercado pero por ahora en otros países.
-¿Eso es una ventaja o una desventaja?
-Por la gran demanda que existe a nivel global, es una ventaja disponer de tantas opciones para cubrir cuánta más gente mejor y lo más rápido posible. Aún así, ahora mismo todavía hay limitación de producción y por ello se establecen las priorizaciones iniciando la vacunación en las poblaciones más vulnerables, como los ancianos, o con más riesgo, como los sanitarios.
-¿Piensa que el débil arranque del proceso de vacunación hace poco probable que se cumpla el objetivo de vacunar al 70% de la población española a finales de verano?
-Si seguimos este ritmo es improbable llegar a este ambicioso objetivo. Debería haber un cambio radical en la eficiencia de la campaña de vacunación, y aún así hay limitaciones de producción y logísticas, y de personal sanitario para administrarlas, que dificultan el proceso. Además, es una situación nueva, y no ha ayudado la cadena de frío compleja con Pfizer.
-Y si se cumpliera con el plan de vacunación que se ha establecido, ¿cree que a finales de año se podrá recuperar la tan ansiada normalidad?
-Si se cumpliesen los objetivos y no hubieran otras incidencias como, por ejemplo, roturas de stock, problemas graves de confianza en las vacunas o evasión inmunitaria a la vacuna por posibles mutaciones adicionales del virus, me parece razonable pensar que a finales de año nos acercaríamos a una situación más similar a la normal. De todos modos, es posible que el virus todavía circule y cause cierta morbilidad, quizás estacionalmente, y que nos tengamos que acostumbrar a las mascarillas como es más habitual en países asiáticos.
-¿Cómo actúa una vacuna sobre nuestra inmunidad?
-Como cualquier vacuna, el objetivo es presentar al sistema inmunitario una parte del virus (puede ser una proteína como la espícula de la corona), o el virus debilitado, de manera que no genere una infección pero sí active las defensas para producir anticuerpos y linfocitos de memoria. Como si montásemos un ejército en reserva preparado para el combate. En el caso de sufrir una infección en el futuro, el sistema inmunitario ya estaría preparado para recordar y bloquear el virus de manera que no produzca la enfermedad. Por ahora sabemos que las vacunas COVID-19 protegen frente a los síntomas y la gravedad y se está investigando si también previene la infección y reducirá la transmisión.
-Una de las novedades que nos presentan las vacunas anunciadas es que introducen el ARN mensajero, que es una técnica nunca antes aplicada a los humanos. ¿En qué se diferencia de las vacunas convencionales?
-Se diferencia en que en lugar de inocular la proteína, que es el fragmento del virus (antígeno) que el sistema inmunitario reconoce como un peligro, y estimula la respuesta, se inocula la plantilla con las instrucciones para que nuestras células fabriquen con su maquinaria dicha proteína del virus. Este ARNm es una tecnología más fácil de producir que una proteína. Por eso han ido tan rápido, pero es muy delicado. Por tanto, lo envuelven de una nanopartícula de lípidos, que una vez dentro del cuerpo permite que entre en las células, donde se degrada rápidamente una vez ha hecho de molde para producir las proteínas. Por eso necesita ser conservado a temperaturas muy bajas que preservan su estabilidad.
-¿Son vacunas seguras?
-Son vacunas muy seguras. En los ensayos clínicos hechos hasta ahora han tenido un perfil de seguridad parecido, o mejor, que las demás vacunas, con un porcentaje reducido de efectos adversos y buena tolerabilidad. Únicamente han habido los problemas con algunas reacciones en la de Pfizer/BioNTech en gente con historial de alergias grave, pero que han sido transitorias y resueltas sin más consecuencias.
-¿La eficacia es similar a la vacuna, por ejemplo, de la gripe?
-Depende de la formulación de la vacuna. Las de ARNm tiene una eficacia altísima, alrededor del 95%, mayor a las de la gripe que ronda el 40-60%, y que sigue siendo beneficiosa. Otras formulaciones, de las que están justo saliendo los resultados estos días (vacunas inactivadas clásicas) tienen eficacia del 50%, más similar a la de la gripe. Las de adenovirus se han visto rangos entre 60-90%. Por tanto, en general, estamos en rangos mayores de eficacia en condiciones ideales de ensayos clínicos, que a ver cómo se trasladan a nivel de efectividad en la población en la implementación real.
-¿Cuál sería el porcentaje ideal de población que se tendría que vacunar para volver a tener una vida similar anterior a la pandemia?
-No existe un porcentaje mágico que sirva para todas las poblaciones, porque la inmunidad de grupo depende de muchos factores y puede variar entre zonas geográficas y en el tiempo. Cuánto mayor sea la eficacia y la duración de la inmunidad de la vacuna, menor sería el porcentaje. Y cuánto mayor sea la contagiosidad del virus, mayor será el porcentaje. También depende de varios parámetros epidemiológicos de los que se habla mucho, como la incidencia, la R y otros que son complejos de estimar. Pero para simplificar, en general se considera del orden del 70% o más.
-¿Qué les diría a las personas que son reacias a vacunarse?
-Que las vacunas han sido la mejor intervención en salud pública de la historia, toda una revolución durante el siglo XX sin las que no se explicaría el desarrollo y bienestar adquirido en nuestras latitudes. Que gracias a ellas no conocemos lo que son enfermedades horrorosas como la viruela, la polio, etc, y no padecemos otras como el sarampión, a pesar de que precisamente no dejan de haber brotes por la negativa de personas o comunidades a vacunarse y que afectan a toda la sociedad. Son las herramientas más coste-eficaces y seguras que tenemos para prevenir las enfermedades infecciosas que son letales, un gran invento de la humanidad. Mire si creo en las vacunas, que he dedicado mi vida profesional a ellas, en conseguir cuantas más mejor para ir erradicando enfermedades globales que siguen afectando y matando un número intolerable de personas y condicionando la vida de tantas otras, como ahora nos está pasando con esta pandemia.
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