Cavilaciones mías

Para combatir la monotonía del último domingo del año que se nos fue, recuerdo que después de yantar pensé que no había mejor terapia que empezar a teclear el artilugio de juntar palabras para así relajarme e intentar alejar mis demonios interiores. Fue entonces cuando rememoraba que, mientras dejaba a mi mujer en misa, me daba un garbeo por la Plaça de la Vila de la ciudad en la que vivo y me acercaba al tradicional Pessebre que, un año más, hizo posible un grupo de voluntarios de la gent gran. Con complacencia, observaba que la figura del Niño Jesús permanecía en su sitio y que, por tanto, no la habían robado, tal como acostumbraba a pasar años atrás; incidencia de la que, por cierto, siempre informaba puntualmente a la Agencia Efe. Y para distraer la fría jornada dominical, la gente se agolpaba en las terrazas en las que daba el sol. Se trata de un conjunto de bares, todos ellos regentados por hosteleros de nacionalidad china.

Sucedía que, a la salida de misa, mi mujer me contaba que ésta había durado más de la cuenta, porque el cura se retrasó bastante y mientras tanto tuvo que dar la cara un buen samaritano para apaciguar a la feligresía. Aclaró que él podía hacer de casi todo en el templo parroquial, “menos oficiar la misa…”. Antes de retornar a casa, mi cónyuge saludaba a una pariente, a la que ya le empieza a patinar el embrague mental. Y yo malévolamente aprovechaba la ocasión para intentar quitar hierro al asunto y explicarle el chiste de aquel que va al médico y le confiesa que no tiene memoria, a lo que éste le replica: “¿cómo dice?”, y el paciente le responde: “ya no me acuerdo…”. Y a propósito del cura que había llegado tarde a la misa, le relataba a mi esposa que, hace unos años, otro sacerdote no se presentó en este mismo templo parroquial en el que tenía que celebrar una boda. ¡El follón que se organizó fue de órdago!

Y prosiguiendo con mis reflexiones, y ya metidos de lleno en el ámbito de la ‘res publica’, o sea, de la cosa pública, me venía a la memoria una noticia que acababa de leer en la prensa: “Una dirigente de VOX compara la irrupción de su partido ultraderechista en Andalucía con la División Azul”. ¡Toma castaña! De esta guisa, la autora de tan ‘patriótica’ proclama, que luce larga melena y responde al nombre de Rocío Monasterio, se desmelenaba en medio del terremoto político andaluz. Una evidencia más de la España rancia y casposa que nos está invadiendo.  

Por último, no quisiera pasar por alto la execrable violencia machista de las 47 mujeres que resultaron asesinadas el pasado año, así como la tragedia de los 769 migrantes muertos en patera en España, cifra que supone el triple de la del año anterior. ¡Ah!, se me olvidaba comentar que los de TV3 resucitaron la historia de ‘China’ (la cabra ladrona), criatura de la que periodísticamente me considero padre putativo. ¿Y en Cataluña, qué está pasando? Si me dejan, lo contaré en otra ocasión.