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Jueves, 12 de Diciembre de 2019
OPINIÓN

Goodbye, Barcelona

ÁNGEL T. GARCÍA. Periodista.

[Img #28304]Cuando venían los familiares del pueblo, allá por los años 70, les tratábamos lo mejor que sabíamos. No teníamos los manjares con que ellos nos atocinaban cuando veraneábamos nosotros en su casa, pero mi padre les dedicaba el bien más valioso: su tiempo, arrancado al trabajo. Así, desde Sant Boi fletábamos dos coches –su Seat 124 y nuestro Renault 6- y les llevábamos a sitios maravillosos: Montjuïc, el Tibidabo, el Paseo de Gracia, las Ramblas, el Puerto, con las Golondrinas… Era aquella Barcelona cosmopolita y acogedora, en la que se podía circular con vehículos privados e incluso aparcar. También organizábamos excursiones a Montserrat y al “campo de aviación” de El Prat para ver el tráfico aéreo. Suena raro ahora, pero entonces lo hacía mucha gente.

 

La familia del pueblo venía sobre todo a la consulta de médicos privados o a buscar servicios que en el pueblo no había. Barcelona era la punta de lanza de todo en aquella España que comenzaba a desperezarse. (Que no se alarme nuestro actual Síndic de Greuges: no venían a usar el sistema sanitario público. De eso ya tenían). Era extraño aquel orgullo que sentíamos los hijos de inmigrantes por aquella ciudad, que considerábamos nuestra. Más tarde, utilizaríamos la capital catalana para ir al cine, al teatro, a conciertos, para vivir su noche y todo lo que ofrecía. La fiesta que tuvimos muchos con Barcelona culminó con aquellos inolvidables Juegos Olímpicos del 92. Acumulé tanta felicidad en aquel momento que aún me emociono.

 

Aquellos familiares ya no vienen mucho. Y nosotros tampoco vamos demasiado. Ni el pueblo ni Barcelona son ya lo que eran. Los mayores ya se han ido, para nosotros el pueblo ya no es la única opción en vacaciones y, para ellos, Barcelona ya no es la meca de la modernidad, la libertad y el europeísmo. Ya no ofrece servicios exclusivos, resulta cara, y es dificultoso moverse por ella.

 

¿Esto sólo lo sienten ellos? Desde nuestro Baix Llobregat podemos pensar algo parecido. Cuesta encontrar algún servicio que ofrezca Barcelona y no exista en la comarca o se pueda realizar por Internet. Sí; está su magnífico patrimonio histórico, consumido por miles de turistas extranjeros amontonados. (No es crítica: bienvenidos sean ellos y sus royalties). Aparte de esto, la capital catalana ya no ofrece casi nada en exclusiva: ni grandes estrenos cinematográficos o teatrales, ni partidos de fútbol de Primera División, ni es el gran centro del comercio, ni la única ciudad universitaria, ni su noche es la que era.

 

Además, los que aún queremos dejarnos caer por Barcelona de vez en cuando cada vez tenemos más dificultades. Ya hace tiempo que casi todas sus calles están pintadas de azul o verde y cuesta una pasta dejar el coche, si es que hay sitio. A partir de enero, además, mi viejo Volkswagen ya solo podrá ir de noche, como si fuera un delincuente. Y, para colmo, la familia ya no puede permanecer unida por la tarjeta T-10, con lo que ir en transporte público saldrá por un pico. ¡Ah! Y existe otro riesgo: sufrir un corte de la Meridiana o de la Gran Via por parte de la clase media oprimida esa que se cree el Procés.

 

O los barceloneses no nos quieren o es que son conscientes de que ya no necesitamos ir a verles.

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  • Ángel T. García

    Ángel T. García | Lunes, 20 de Enero de 2020 a las 16:08:33 horas

    Me halaga su prolija respuesta. Observo que le ha interesado el artículo. Y se lo agradezco.

    Mire, a los ciudadanos del Baix seguramente nos gusta el transporte público. Como a todos. El problema es que, en comparación con Barcelona, es lamentable. Y no se ve un gran esfuerzo inversor por parte de las administraciones responsables.

    Gracias por su atención.

    Accede para responder

  • José Luis

    José Luis | Miércoles, 08 de Enero de 2020 a las 03:55:08 horas

    Para su información le diré que la nostalgia no es muy buena consejera, porque no siempre, ni mucho menos, cualquier tiempo pasado fue mejor, simplemente fue anterior.

    También le diré que hay muchas formas de disfrutar de Barcelona, no sólo yendo en coche propio y 1 o 2 personas en él. Si lo piensa bien, son los propios coches y su cada día mayor cantidad, los que finalmente han hecho inviable cada vez más su antigua costumbre de desplazarse a Barcelona.

    En un espacio finito, caben un número determinado de coches, no más y ya estamos llegando a los límites del colapso de este modo de desplazarse a Barcelona desde Sant Boi. Va a tener que adaptarse a la nueva situación.

    Sus derechos, como los de todas las personas, no son ilimitados, terminan donde empiezan los de los demás y las personas que piensan como usted, deben saber que vivimos en comunidad y compartimos el espacio público (incluído el aire que respiramos) y algunas de sus prácticas (derechos) producen perjuicios a otras personas que padecen ciertas enfermedades que se agravan con el ejercicio de su sacrosanto derecho a ir con su coche antiguo a Barcelona.

    También le digo que se informe mejor. Hay muchas formas de ir a Barcelona en transporte público y no es tan caro como nos pretende hacer creer. Si hiciera bien las cuentas de lo que le cuesta ir a Barcelona en su coche contando no sólo el combustible y el parking, sino también lo que le costó el vehículo con los intereses del crédito en su caso, las revisiones, las reparaciones, el parking en casa, menos el valor residual si lo revende y lo divide por los Km que haya hecho en toda la vida útil, estoy seguro que le sale mucho más barato ir en transporte público a Barcelona.

    También tiene otra opción: lleve el coche a la chatarra y comprométase a no comprar ningún otro vehículo y podrá conseguir la tarjeta T-Verde que le proporcionará todos los viajes que quiera durante 3 años totalmente gratis. ¿Qué le parece? Y si no le gustan ninguna de esas ideas que le propongo, váyase a vivir a un pueblo pequeño donde seguro que se sentirá más a gusto y donde hace falta que haya más gente.

    Con su libertad y su inteligencia estoy seguro que sabrá encontrar la mejor solución para vivir más a gusto consigo mismo.

    Un saludo muy cordial y que acierte con su decisión.

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