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Jueves, 06 de Febrero de 2020
OPINIÓN
Periodismo y responsabilidad
RAÚL MONTILLA. Periodista.
La barra de bar digital: twitter. La muerte de los últimos linotipistas, la bulimia informativa o simplemente haber creído que la información ha de ser de consumo rápido, con lo que esto indigesta, hace que el periodista sea más necesario que nunca. ¡Corporativista!
El periodista honesto, el que empatiza, el que llora y ríe con las historias, el que las siente, el que se puede sentir envuelto por ellas (incluso por las noticias) pero lucha para no ser subyugado. El que pisa la calle. El que la caga y después de muchos cabreos también rectifica. ¡Milagro! ¡Un periodista rectificó!
El que escucha, el que pregunta y el que se cuestiona... pero que no tiene tiempo para impartir clases filosóficas sobre la objetividad, la subjetividad o lo que carajo sea.
Las cosas cambiaron: las notas de prensa ya no llegan por fax ni por ahí se mandan las crónicas. Las secretarias de redacción que estaban al otro lado de la línea de teléfono fijo y que levantaban acta, corregían y ajustaban el texto que el corresponsal les leía, se jubilaron. A otras las echaron. Alguna murió.
La queja, también la amenaza, hoy día llega por WhatsApp. Ahora se pueden escribir noticias y usar typex. Internet es el demonio, la tentación, todo se puede cambiar...
Pero no nos engañemos: Nada nos exime de nuestra responsabilidad: porque sí, la tenemos, si no, no podríamos ejercer de lo que lo hacemos.
¿El efecto Mariposa? Cualquier pequeña discrepancia entre dos situaciones con una variación pequeña en los datos iniciales, cabe resaltar que sin duda alguna y sin explicación científica, acabará dando lugar a situaciones donde ambos sistemas evolucionan en ciertos aspectos de forma completamente diferente.
Qué carajo. Mucho más sencillo. Lo que explicamos son vidas, tragedias, anhelos, sueños, desesperación, esperanza, muerte, sentimientos. Ni somos predicadores ni salvadores —aquí cada uno que asuma lo suyo—, pero sin responsabilidad no somos nada.
Responsabilidad: del que junta letras saltando obstáculos, y del que es fuente informante, del que sí que tiene acceso a la información original. Si este último opina en vez de informar, si sentencia, si se olvida de lo que implica lo que afirma (¿Cómo no va decir la verdad? ¡Si es una fuente oficial!) el daño se multiplica de manera exponencial.
![[Img #29108]](https://elfar.cat/upload/images/02_2020/4633_raulmontilla.jpg)
El periodista honesto, el que empatiza, el que llora y ríe con las historias, el que las siente, el que se puede sentir envuelto por ellas (incluso por las noticias) pero lucha para no ser subyugado. El que pisa la calle. El que la caga y después de muchos cabreos también rectifica. ¡Milagro! ¡Un periodista rectificó!
El que escucha, el que pregunta y el que se cuestiona... pero que no tiene tiempo para impartir clases filosóficas sobre la objetividad, la subjetividad o lo que carajo sea.
Las cosas cambiaron: las notas de prensa ya no llegan por fax ni por ahí se mandan las crónicas. Las secretarias de redacción que estaban al otro lado de la línea de teléfono fijo y que levantaban acta, corregían y ajustaban el texto que el corresponsal les leía, se jubilaron. A otras las echaron. Alguna murió.
La queja, también la amenaza, hoy día llega por WhatsApp. Ahora se pueden escribir noticias y usar typex. Internet es el demonio, la tentación, todo se puede cambiar...
Pero no nos engañemos: Nada nos exime de nuestra responsabilidad: porque sí, la tenemos, si no, no podríamos ejercer de lo que lo hacemos.
¿El efecto Mariposa? Cualquier pequeña discrepancia entre dos situaciones con una variación pequeña en los datos iniciales, cabe resaltar que sin duda alguna y sin explicación científica, acabará dando lugar a situaciones donde ambos sistemas evolucionan en ciertos aspectos de forma completamente diferente.
Qué carajo. Mucho más sencillo. Lo que explicamos son vidas, tragedias, anhelos, sueños, desesperación, esperanza, muerte, sentimientos. Ni somos predicadores ni salvadores —aquí cada uno que asuma lo suyo—, pero sin responsabilidad no somos nada.
Responsabilidad: del que junta letras saltando obstáculos, y del que es fuente informante, del que sí que tiene acceso a la información original. Si este último opina en vez de informar, si sentencia, si se olvida de lo que implica lo que afirma (¿Cómo no va decir la verdad? ¡Si es una fuente oficial!) el daño se multiplica de manera exponencial.
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