OPINIÓN
El peso de una lágrima
JUAN PABLO BEAS. Periodista.
El tiempo no lo cura todo, lo acostumbra. Lo dijo Delibes y es cierto. Nunca nos curamos plenamente de la pérdida, del dolor, de aquellos recuerdos que están teñidos de desesperanza y de pena.
La pandemia nos ha arrebatado muchas personas hermosas, momentos compartidos, verdades explicadas al oído, instantes aparentemente invisibles hace unos meses.
Mi recuerdo y mi emoción están con los que ya no están, con sus familias y con el coraje de los enfermos que han recuperado su vida gracias a la gigantesca labor de nuestros sanitarios.
En estos meses, casi suspendidos en el tiempo, nuestra sociedad ha peleado, ha expresado una solidaridad inaudita en horas tejidas apoyando a los demás; hemos actuado para ayudarnos, hemos extraído emociones colectivas que el día a día había enterrado.
Hemos compartido complicidad con vecinos en los balcones, hemos llamado a los amigos y los familiares más que nunca, hemos empezado a estimar una vida que pasa demasiado deprisa. Hemos valorado el auténtico peso de una vida, de lo que significa vivir.
Todo el mundo ha aportado para acabar con esta pandemia. A todos los niveles, nos hemos dejado la piel por nuestros vecinos y vecinas. Puedo dar fe. No ha habido día en el que no se iniciara una iniciativa, o se pensara, o se implantara para ayudar a nuestra gente.
Leía el otro día que las lágrimas de las personas se deben contar de una en una. Porque cada lágrima sintetiza el dolor y la esperanza, la pérdida y la lucha. Porque pesa mucho.
Como comunidad hemos sido formidables y no nos hemos rendido en ningún momento. Somos una sociedad fuerte y debemos seguir luchando, ahora con responsabilidad, con prudencia, enterrando el incivismo y la falta de compromiso colectivo, para acabar esta historia haciendo que ganen sus héroes y heroínas: todos nosotros y nosotras.
No desistamos ahora. Y proyectemos el futuro con ilusión y trabajo porque se lo debemos a las lágrimas que han caído y al futuro que vamos a construir juntos.
El tiempo no lo cura todo, lo acostumbra. Lo dijo Delibes y es cierto. Nunca nos curamos plenamente de la pérdida, del dolor, de aquellos recuerdos que están teñidos de desesperanza y de pena.
La pandemia nos ha arrebatado muchas personas hermosas, momentos compartidos, verdades explicadas al oído, instantes aparentemente invisibles hace unos meses.
Mi recuerdo y mi emoción están con los que ya no están, con sus familias y con el coraje de los enfermos que han recuperado su vida gracias a la gigantesca labor de nuestros sanitarios.
En estos meses, casi suspendidos en el tiempo, nuestra sociedad ha peleado, ha expresado una solidaridad inaudita en horas tejidas apoyando a los demás; hemos actuado para ayudarnos, hemos extraído emociones colectivas que el día a día había enterrado.
Hemos compartido complicidad con vecinos en los balcones, hemos llamado a los amigos y los familiares más que nunca, hemos empezado a estimar una vida que pasa demasiado deprisa. Hemos valorado el auténtico peso de una vida, de lo que significa vivir.
Todo el mundo ha aportado para acabar con esta pandemia. A todos los niveles, nos hemos dejado la piel por nuestros vecinos y vecinas. Puedo dar fe. No ha habido día en el que no se iniciara una iniciativa, o se pensara, o se implantara para ayudar a nuestra gente.
Leía el otro día que las lágrimas de las personas se deben contar de una en una. Porque cada lágrima sintetiza el dolor y la esperanza, la pérdida y la lucha. Porque pesa mucho.
Como comunidad hemos sido formidables y no nos hemos rendido en ningún momento. Somos una sociedad fuerte y debemos seguir luchando, ahora con responsabilidad, con prudencia, enterrando el incivismo y la falta de compromiso colectivo, para acabar esta historia haciendo que ganen sus héroes y heroínas: todos nosotros y nosotras.
No desistamos ahora. Y proyectemos el futuro con ilusión y trabajo porque se lo debemos a las lágrimas que han caído y al futuro que vamos a construir juntos.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.143