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Jueves, 22 de Octubre de 2020
OPINIÓN

Baix Llobregat. ¿Complejo u orgullo?

ÁNGEL T.GARCÍA. Periodista

[Img #33712]Unos presuntos humoristas de Rac1 aseguraron hace unos días que los ciudadanos de Viladecans –y, por extensión de toda la comarca, según dijeron– eran poco menos que delincuentes, acudiendo a todos los tópicos posibles sobre el consumo de drogas, el robo en supermercados, el dudoso gusto al vestir y otros aspectos sórdidos irreproducibles. En fin, tampoco hay que darles demasiada publicidad desde aquí. Ofende quien puede y no quien quiere y, al fin y al cabo, en humor todo vale.

 

Pero realmente ¿así nos ven desde Barcelona? No voy a caer en el victimismo facilón, deporte nacional en Catalunya. Prefiero preguntarme cuáles pueden ser las causas de estos desprecios y si son fundados. ¿Tenemos que acomplejarnos por lo que nos dicen? ¿Tenemos que quejarnos porque no contamos para la Catalunya oficial, porque no nos hacen caso?

 

Con 812.000 habitantes, el Baix Llobregat es la tercera comarca de Catalunya, suponiendo el 10,65% de la población. Curiosamente, es el mismo porcentaje del Producto Interior Bruto que aportamos a Catalunya. Sin embargo, en los últimos cinco presupuestos de la Generalitat, solo ha recibido el 7,36% de la inversión, según datos del Idescat. Que la administración catalana nos trata peor que a otras comarcas es ya un convencimiento popular. Solo hay que darse una vuelta por ahí fuera para comprobar que hay diferentes calidades en los equipamientos o servicios que dependen de la Generalitat. ¿Será por razones políticas?

 

Llama la atención que esto pase en una comarca donde tienen o han tenido su sede empresas como la Seat, Nestlé, Roca, Solvay, Gallina Blanca, Unilever…, y que es la segunda con más suelo industrial de Catalunya, con 122 polígonos que ocupan 3.000 hectáreas, según el Observatori del Consell Comarcal. Una comarca históricamente industrial, pero dominada ahora por el sector servicios. Una zona donde se han instalado los hoteles que Barcelona desprecia, así como oficinas y todo tipo de empresas dedicadas a la innovación, atraídos todos por la visión moderna y funcional que aquí tenemos del futuro inmediato y por la proximidad a Barcelona y a las principales infraestructuras. ¡El Aeropuerto es nuestro!  

 

También disponemos de un sector agrario interesante: el Parc Agrari es una de las zonas más antiguas y fértiles de Catalunya, y está especializado en productos de calidad y proximidad, aprovechados por nuestra restauración. Tampoco nos falta turismo: nuestras playas, nuestro modernismo, nuestro patrimonio natural del Delta, “nuestra” Montserrat… ¡Ah! Y aunque no lo parezca, ¡también está aquí TV3!

 

Si tenemos de todo y somos jóvenes y dinámicos… ¿Por qué no nos quieren? ¿Será porque ya no hace falta ir a Barcelona para casi nada? Los centros de trabajo relacionados con los servicios, así como las actividades de ocio, que antes casi monopolizaba la capital catalana, se pueden encontrar en nuestras ciudades. Tenemos también buenos colegios y un campus tecnológico de la Universidad Politécnica… ¿No nos quieren porque nos echan de menos? ¿Acaso lamentan que ya no les hagamos tanto gasto?

 

Para mostrar un orgullo unitario, fruto de todo lo que somos y tenemos, que nos permita contestar contundentemente a las boutades venidas de Barcelona o del rústico interior, nos falta tener espíritu de comarca. Que, como ejemplo anecdótico, todos asumamos que los hermanos Gasol son del Baix, además de santboianos. Una de las razones históricas de esta carencia ha sido la falta de medios de comunicación comunes y potentes. Los pueblos y ciudades del Baix Llobregat, quien más o quien menos, disponen de sus medios municipales o privados, que cubren la información local. No ha habido, por ejemplo, nunca un diario potente, de venta al público, como en otras comarcas. Nos hemos tenido que conformar con que los medios comarcales de referencia sean de carácter gratuito y comercial, por muy bien hechos que estén. No ha habido ningún grupo mediático que se atreviera a hacer una fuerte inversión en una comarca tan cercana y dependiente de Barcelona.

 

Debe haber más razones, políticas, sociológicas o antropológicas. Pasa en todos los países: se atribuyen tópicos a algunas regiones o ciudades… y aparecen los chistes de belgas o leperos. Pero ¿por qué nos desprecian? ¿Recuerdan la anécdota del nada honorable president Pujol y las “chonis” de Castelldefels? ¿O el personaje que le tocó hacer al admirado Edu Soto, aquel “Neng de Castefa”?

 

En otro sentido, ¿por qué se ningunea lo que hacemos aquí? ¿Por qué muchos tenemos la sensación, cuando vemos TV3, de que el Baix Llobregat solo sale en los sucesos? No quiero pensar que existan motivos derivados de los orígenes variados de nuestra población, ni que el hecho de pertenecer al llamado “cinturón rojo” haya tenido que ver. No quiero pensarlo.

 

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