OPINIÓN
Futuro incierto
MIGUEL ÁNGEL ORTIZ CHUMILLAS. Presidente del Gremio de Hostelería de Castelldefels y el Baix Llobregat
La crisis del COVID-19, lamentablemente, ha dejado una situación que está siendo devastadora para nuestro sector, y hay que destacar que está afectando principalmente a zonas como nuestra comarca y ciudades, como Castelldefels, que se nutren de la hostelería. En este tipo de ciudades representamos más del 60% del empleo, lo que supone una aportación de más de 600 millones indirectos a nuestros municipios.
El problema es que esto no solo nos afecta a nosotros, los hosteleros, sino también a otras capas del sector horeca: comercios y todo lo relacionado con el consumo, el ocio y el turismo. En definitiva, las nuevas restricciones están alterando el curso normal de la sociedad actual en diferentes ámbitos y no se están planteando las consecuencias que esto tendrá más adelante.
Si bien es cierto que a fecha de hoy se han aplicado restricciones a más sectores, el impacto económico para la hostelería y todo lo que ésta conlleva es mucho más duro, pues hemos sido el sector más castigado y por un periodo de tiempo mucho más largo. Se han cerrado restaurantes, hoteles, ocio nocturno y todo el canal horeca por un largo periodo y con una reducción de aforos y, por tanto, reducción de beneficios de hasta el 75%. No logro entender cómo se han aplicado tantas restricciones y se han facilitado tan pocos recursos sin tener en cuenta la repercusión financiera y la pérdida de puestos de trabajo que esta crisis va a derivar. Si el 2020 es el año de la crisis del COVID-19, los próximos serán los de las crisis financieras, los impagos, desahucios, morosidad y despidos.
Personalmente solo me queda pensar en una cosa: se podría haber hecho de muchas maneras pero, sin duda alguna, ésta no es la mejor. Si nuestra sociedad no da un paso adelante e intenta cambiar la política actual, o bien si nuestros políticos no nos empiezan a ver de otra manera, no vamos a ningún sitio.
Hemos sido meros testigos de la burla a la que se nos está sometiendo. Se han organizado actos multitudinarios, se han gastado cantidades inmundas de dinero en abrir nuevas sedes (cuando menos necesario era) y, para rematarlo, se ha ofrecido una subvención de 2.000 euros a 10.000 autónomos, siendo en Catalunya casi 500.000, es decir, prácticamente un sorteo entre todos aquellos quienes querían optar. Sin embargo, no se han paralizado los impuestos a los que tenemos que hacer frente. Esto me recuerda a los juegos del hambre, una lucha entre todos nosotros para poder sobrevivir.
Cuando la gente pierda todo por lo que ha estado luchando durante toda una vida, no quedará nada, todo dará igual y, entonces, las consecuencias pueden ser devastadoras.
La crisis del COVID-19, lamentablemente, ha dejado una situación que está siendo devastadora para nuestro sector, y hay que destacar que está afectando principalmente a zonas como nuestra comarca y ciudades, como Castelldefels, que se nutren de la hostelería. En este tipo de ciudades representamos más del 60% del empleo, lo que supone una aportación de más de 600 millones indirectos a nuestros municipios.
El problema es que esto no solo nos afecta a nosotros, los hosteleros, sino también a otras capas del sector horeca: comercios y todo lo relacionado con el consumo, el ocio y el turismo. En definitiva, las nuevas restricciones están alterando el curso normal de la sociedad actual en diferentes ámbitos y no se están planteando las consecuencias que esto tendrá más adelante.
Si bien es cierto que a fecha de hoy se han aplicado restricciones a más sectores, el impacto económico para la hostelería y todo lo que ésta conlleva es mucho más duro, pues hemos sido el sector más castigado y por un periodo de tiempo mucho más largo. Se han cerrado restaurantes, hoteles, ocio nocturno y todo el canal horeca por un largo periodo y con una reducción de aforos y, por tanto, reducción de beneficios de hasta el 75%. No logro entender cómo se han aplicado tantas restricciones y se han facilitado tan pocos recursos sin tener en cuenta la repercusión financiera y la pérdida de puestos de trabajo que esta crisis va a derivar. Si el 2020 es el año de la crisis del COVID-19, los próximos serán los de las crisis financieras, los impagos, desahucios, morosidad y despidos.
Personalmente solo me queda pensar en una cosa: se podría haber hecho de muchas maneras pero, sin duda alguna, ésta no es la mejor. Si nuestra sociedad no da un paso adelante e intenta cambiar la política actual, o bien si nuestros políticos no nos empiezan a ver de otra manera, no vamos a ningún sitio.
Hemos sido meros testigos de la burla a la que se nos está sometiendo. Se han organizado actos multitudinarios, se han gastado cantidades inmundas de dinero en abrir nuevas sedes (cuando menos necesario era) y, para rematarlo, se ha ofrecido una subvención de 2.000 euros a 10.000 autónomos, siendo en Catalunya casi 500.000, es decir, prácticamente un sorteo entre todos aquellos quienes querían optar. Sin embargo, no se han paralizado los impuestos a los que tenemos que hacer frente. Esto me recuerda a los juegos del hambre, una lucha entre todos nosotros para poder sobrevivir.
Cuando la gente pierda todo por lo que ha estado luchando durante toda una vida, no quedará nada, todo dará igual y, entonces, las consecuencias pueden ser devastadoras.










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