OPINIÓN
Una oportunidad para la transición justa de la economía
CARLES RUIZ. Secretario ejecutivo de Industria, Comercio y Turismo de la CEF-PSOE
Los actuales presupuestos Generales del Estado, que ha presentado el gobierno de Pedro Sánchez, suponen el esfuerzo inversor en la transformación económica de España más importante que se ha hecho desde el inicio de la democracia.
Ello se debe a la combinación de un gobierno convencido de la necesidad de impulsar una transición efectiva de nuestra economía hacia un modelo que avance en la digitalización, la descarbonización y la transición ecológica, la cohesión territorial y la igualdad de oportunidades. Y, por otra parte, de la estrategia de recuperación europea que, a instancias del presidente español, se basa en una inyección importante de recursos económicos a los países mas afectados para favorecer una transición rápida a un nuevo modelo económico que genere más oportunidades de futuro.
¿Cuáles son las palancas clave de esa estrategia? Fundamentalmente dos. En primer lugar, impulsar proyectos tractores que promuevan la modernización del potencial de nuestras industrias sobre la base de aquello que sabemos hacer mejor, que tenemos conocimiento, estructura de recursos humanos, capacidad productiva…; es decir de aquellos sectores, empresas y trabajadores que están conformando nuestra base industrial y productiva. Y en segundo lugar, facilitar desde los proyectos propios de ese tejido productivo una transformación de su forma de hacer que transforme y amplíe sus oportunidades competitivas en el mundo que viene.
El modelo español no consiste en sustituir unas empresas por otras más innovadoras, o liquidar un contingente de trabajadores y trabajadoras que atesoran una capacidad productiva acreditada en muchos sectores industriales; sino en que éstos sean la base de nuestra transformación. En oposición al modelo liberal que, o bien se ha expresado como un liquidacionista de las empresas y trabajadores, sin tener en cuenta los costes sociales que ello conlleva, o bien, como en el caso de Trump, se ha limitado a atrincherarse, a promover políticas neoautárquicas, aislándose de la realidad, y llevando a amplias capas populares de ciudadanía a la precariedad sin ninguna alternativa de futuro.
España tiene una gran oportunidad, y esa oportunidad es para todos porque sino no es valida. Muchos trabajadores se encuentran frente a la incertidumbre sobre el futuro que están generando todos estos cambios económicos. La robótica, la inteligencia artificial y los cambios en los modelos de producción y consumo generan miedo. Miedo por perder el puesto de trabajo y miedo por no saber si las empresas van a saber adaptarse a esa nueva situación.
El Plan de Recuperación que impulsa el gobierno español significa seguridad, la red de seguridad sobre el futuro en el que esos cambios no van a hacerse contra nuestras empresas o nuestros trabajadores y trabajadores, sino con ellos y ellas. Donde el objetivo no es crear empleo sino ampliarlo y mejorar el existente, generar más oportunidades. Inyectar recursos para la innovación en los grandes núcleos de empleo: la movilidad y automoción, la construcción sostenible, la salud, la alimentación, el turismo…. No para que sobrevivan, sino para que crezcan con más fuerza, mayor innovación y, por tanto, muchas más oportunidades.
Afortunadamente, la oportunidad para la modernización de España se abre de la mano de un gobierno progresista, que tiene los derechos de los trabajadores y trabajadoras en una posición tan estratégica como la necesaria digitalización y descarbonización de la economía, lo que, sin duda, configura un modelo de transición justa.
Los actuales presupuestos Generales del Estado, que ha presentado el gobierno de Pedro Sánchez, suponen el esfuerzo inversor en la transformación económica de España más importante que se ha hecho desde el inicio de la democracia.
Ello se debe a la combinación de un gobierno convencido de la necesidad de impulsar una transición efectiva de nuestra economía hacia un modelo que avance en la digitalización, la descarbonización y la transición ecológica, la cohesión territorial y la igualdad de oportunidades. Y, por otra parte, de la estrategia de recuperación europea que, a instancias del presidente español, se basa en una inyección importante de recursos económicos a los países mas afectados para favorecer una transición rápida a un nuevo modelo económico que genere más oportunidades de futuro.
¿Cuáles son las palancas clave de esa estrategia? Fundamentalmente dos. En primer lugar, impulsar proyectos tractores que promuevan la modernización del potencial de nuestras industrias sobre la base de aquello que sabemos hacer mejor, que tenemos conocimiento, estructura de recursos humanos, capacidad productiva…; es decir de aquellos sectores, empresas y trabajadores que están conformando nuestra base industrial y productiva. Y en segundo lugar, facilitar desde los proyectos propios de ese tejido productivo una transformación de su forma de hacer que transforme y amplíe sus oportunidades competitivas en el mundo que viene.
El modelo español no consiste en sustituir unas empresas por otras más innovadoras, o liquidar un contingente de trabajadores y trabajadoras que atesoran una capacidad productiva acreditada en muchos sectores industriales; sino en que éstos sean la base de nuestra transformación. En oposición al modelo liberal que, o bien se ha expresado como un liquidacionista de las empresas y trabajadores, sin tener en cuenta los costes sociales que ello conlleva, o bien, como en el caso de Trump, se ha limitado a atrincherarse, a promover políticas neoautárquicas, aislándose de la realidad, y llevando a amplias capas populares de ciudadanía a la precariedad sin ninguna alternativa de futuro.
España tiene una gran oportunidad, y esa oportunidad es para todos porque sino no es valida. Muchos trabajadores se encuentran frente a la incertidumbre sobre el futuro que están generando todos estos cambios económicos. La robótica, la inteligencia artificial y los cambios en los modelos de producción y consumo generan miedo. Miedo por perder el puesto de trabajo y miedo por no saber si las empresas van a saber adaptarse a esa nueva situación.
El Plan de Recuperación que impulsa el gobierno español significa seguridad, la red de seguridad sobre el futuro en el que esos cambios no van a hacerse contra nuestras empresas o nuestros trabajadores y trabajadores, sino con ellos y ellas. Donde el objetivo no es crear empleo sino ampliarlo y mejorar el existente, generar más oportunidades. Inyectar recursos para la innovación en los grandes núcleos de empleo: la movilidad y automoción, la construcción sostenible, la salud, la alimentación, el turismo…. No para que sobrevivan, sino para que crezcan con más fuerza, mayor innovación y, por tanto, muchas más oportunidades.
Afortunadamente, la oportunidad para la modernización de España se abre de la mano de un gobierno progresista, que tiene los derechos de los trabajadores y trabajadoras en una posición tan estratégica como la necesaria digitalización y descarbonización de la economía, lo que, sin duda, configura un modelo de transición justa.










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