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Viernes, 04 de Diciembre de 2020
ESPLUGUES

Los hospitales Sant Joan de Déu y Clínic presentan un proyecto único en Europa para construir una placenta artificial

El artefacto permitirá mantener al neonato prematuro extremo en un entorno parecido al útero materno, conectado a un cordón umbilical artificial, y disminuir las secuelas neurológicas

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El equipo de BCNatal (Hospital Sant Joan de Déu – Hospital Clínic) ha presentado un proyecto único en Europa para construir una placenta artificial. Su objetivo es aumentar la supervivencia de los recién nacidos prematuros extremos, minimizar las graves secuelas neurológicas que sufren la mayoría de ellos y mejorar su calidad de vida y la de sus familias.

 

Aunque más del 90% de los embarazos llegan a término con normalidad, la vida fetal sigue siendo una de las fases de mayor riesgo para el ser humano. Uno de los principales problemas aún por resolver es la prematuridad extrema (seis meses o menos), que solo en Europa afecta a 25.000 familias cada año. A pesar de los grandes avances médicos, importantes estudios recientes en Suecia y Estados Unidos señalan que no se han conseguido mejoras claras en los últimos 20 años. Incluso en unidades de excelencia como el Servicio de Neonatología del Hospital Sant Joan de Déu de Esplugues la supervivencia es baja (entre el 25% y el 75%), y el 75-95% de los supervivientes presentan secuelas.

 

Desde el hospital explican que esta baja supervivencia se debe a que, antes de los seis meses de embarazo, los pulmones, los intestinos y el cerebro del feto están poco desarrollados. "En realidad, un recién nacido prematuro extremo es un feto que debe sobrevivir en un entorno muy antinatural. Con menos de un kilo de peso, el bebé debe hacer frente a cambios de temperatura, respiración mecánica y alimentación por sonda, por lo que su sistema nervioso, pulmones, corazón, intestinos y riñones sufren un gran estrés, que puede ocasionar graves secuelas en la edad infantil y adulta", aseguran.

 

La idea de una placenta artificial no es nueva. De hecho, hace más de 60 años que surgió, aunque solo ahora se considera factible su aplicación clínica gracias a los avances técnicos y científicos conseguidos en los 10 últimos años. "El proyecto de placenta artificial es un gran reto médico y tecnológico, y son necesarias muchas áreas de investigación puntera para su realización, ya que requiere transportar con éxito un feto de entre 500 y 1.000 gramos desde el útero materno hasta una bolsa artificial donde, rodeado de líquido, su cordón debe seguir recibiendo oxígeno y alimentos", señalan desde el Hospital Sant Joan de Déu.

 

"Éste es uno de los proyectos de investigación más disruptivos y singulares que se pueden realizar hoy en medicina fetal", asegura el director de BCNatal, Eduard Gratacós. "Solo disponer de una plataforma experimental como la que se va a construir ya permitirá investigaciones paralelas de gran importancia para entender el desarrollo fetal normal y anormal. Esto ampliará la capacidad de atraer inversión para I+D+I en Barcelona, Catalunya y España, y una nueva generación de técnicas y procedimientos que revolucionarán la medicina fetal actual", apunta.

 

En la placenta artificial, el neonato estará situado en un entorno físico líquido, lo más parecido al útero materno, dentro de un recipiente blando realizado con materiales biocompatibles, y protegido de sonidos y luces, aunque se reproducirán sonidos similares a los del útero materno. Estará conectado, a través de su cordón umbilical, a un oxigenador desarrollado y adaptado especialmente para el feto, que le aportará la cantidad necesaria de oxígeno.

 

A través de este cordón, recibirá también nutrientes, hormonas y otras sustancias que el feto recibe de la madre o que produce directamente la placenta, y que son esenciales para su correcto desarrollo. El bebé estará monitorizado continuamente, siempre de forma no invasiva, mediante ecografía del flujo sanguíneo, de la presión arterial y de la frecuencia cardíaca, pero también se utilizarán microsensores en el líquido amniótico o el cordón umbilical.

 

Los resultados obtenidos en los experimentos serán integrados y evaluados mediante inteligencia artificial para poder realizar mejoras en el sistema.

 

El grupo de investigación de BCNatal lleva ya dos años trabajando en el proyecto, en el que ya han desarrollado los componentes principales de la placenta. Para llevar a cabo la iniciativa, se contará con la colaboración de decenas de profesionales del Hospital Sant Joan de Déu y el Hospital Clínic, y con la participación de varios centros tecnológicos de Barcelona, como el Institut Químic de Sarrià (biomateriales), la Universitat Politècnica de Catalunya (robótica e inteligencia artificial) y el Institute of Bioengineering of Catalonia (IBEC) (microsensores).

 

Además, el proyecto contará con varios comités supervisores que cuentan con expertos no médicos (en derechos reproductivos y bioética, entre otros), y a madres y padres de niños prematuros.

 

Un proyecto pionero y único en Europa que se desarrollará en dos fases

 

El proyecto de BCNatal cuenta con la financiación de la Fundación ”la Caixa”, que destinará cerca de 7 millones de euros en dos fases a lo largo de cinco años. La primera fase se centra en el desarrollo y la validación experimental, mediante el uso de un modelo animal ovino, para más adelante trasladarlo a la práctica clínica si se cumplen los indicadores de éxito. Al final de la primera fase, un panel de expertos valorará los avances alcanzados y se decidirá si se inicia la fase preparatoria para la aplicación clínica.

 

En la segunda fase, se evaluarán los efectos a largo plazo en el desarrollo cerebral, cardíaco, pulmonar y metabólico, y se introducirán mejoras en el ambiente y la nutrición para conseguir el mejor sistema. Una vez realizadas estas evaluaciones, se iniciarán los pasos para transferir el sistema a una aplicación clínica, incluyendo la valoración de todos los aspectos éticos e incorporando la opinión y la experiencia de familias que han tenido un bebé prematuro.

 

En este momento existen solo tres grupos en el mundo, Estados Unidos, Australia y Japón, que han desarrollado modelos experimentales similares, con avances significativos en los últimos años.

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