OPINIÓN
La tercera ola
RAÚL MONTILLA. Periodista
Las comunidades autónomas en donde más se vacunó en los primeros días fueron en las que se reforzó de forma, más o menos generosa, las plantillas de enfermería. No es el caso de Catalunya. En otras, al margen del ritmo, se ha incluido una “extra” a los sanitarios que han de doblar turno: en Catalunya no se ha hecho. Dos decisiones que son políticas y que dotan de aliento y reconocimiento a trabajadores que pronto llevarán casi un año en primera línea de batalla, en una trinchera cruel en la que el desgaste emocional es evidente, más allá del físico, y que ahora están nadando contra una tercera ola. ¿Saben? En el mar la creencia popular dice que la tercera, de una serie de olas, es siempre la más fuerte, y si miramos a los países de nuestro alrededor el futuro inmediato no parece nada halagüeño.
En unos días comenzarán de nuevo las clases. El primer semestre se cerró con unos datos pandémicos magníficos. Más allá de que los menores puede que no sean buenos transmisores, el éxito se debe de nuevo a los de las trincheras: a los trabajadores de los centros educativos y a su exceso de celo. No olvidemos: al poco de comenzar las clases la ratio de 20 alumnos se convirtió en una recomendación y nunca hubo un refuerzo real del personal, empezado por el profesorado con un problema crónico previo a la pandemia. Tampoco el refuerzo del personal en las residencias ha sido real…
En este contexto es imposible no pensar en otras cuestiones, como el teletrabajo, al que la Generalitat obligó por unas horas para después decir que no, luego recomendar y ahora mejor que sí pero bueno. Nota: se tendría que analizar la composición cerebral de algunos empresarios empecinados en la presencialidad laboral cuando sus empleados podrían estar trabajando perfectamente a distancia.
Hoy jueves comienzan unas nuevas restricciones, anunciadas en diferido y que numerosos expertos dicen que serán insuficientes. Es un suma y sigue a aquel flamante plan de reapertura anunciado por la Generalitat a finales del mes de noviembre y que el propio Govern dinamitó a los pocos días al ignorar los indicadores que se había fijado para cambiar de fase. Por si fuera poco, además se crearon una suerte de estadios híbridos. ¡Es la presión de lo sectores económicos!
Catalunya no es Baviera, no; aunque por su PIB ocuparía una nada despreciable sexta posición de un supuesto total de diecisiete estados federados alemanes (contando que la comunidad de pronto se integrara en Alemania) y su PIB supera –o al menos superaba- el de mi siempre querida Portugal. ¿No será un problema de gestión política? ¿De optar por el camino más fácil? ¡Son las presiones! ¿No será no pensar a medio y largo plazo y correr para evitar el sofoco? ¿Falta de liderazgo?
En las últimas semanas se ha evidenciado lo que ya se conocía en pasillos desde hace años: la lucha acérrima entre dos socios de gobierno que no se soportan. Un Govern en el que, y es lo más peligroso, algunos de sus miembros no dudan incluso en dejar el timón para hacer la puyita de turno o la zancadilla de rigor. ¿Se acuerdan de aquello del gobierno de los mejores? Unos no llegaron, otros se fueron, otros murieron antes en alguna emboscada cainita y hubo quienes nunca estuvieron. Fue un bluf. El principio del bluf. Demasiados años haciendo política en contra de, demasiados cálculos electorales, demasiado tiempo pensando en cómo quedar bien. No siempre se puede: no con todo el mundo, ni siquiera es recomendable… esas cosas no salen bien.
Las comunidades autónomas en donde más se vacunó en los primeros días fueron en las que se reforzó de forma, más o menos generosa, las plantillas de enfermería. No es el caso de Catalunya. En otras, al margen del ritmo, se ha incluido una “extra” a los sanitarios que han de doblar turno: en Catalunya no se ha hecho. Dos decisiones que son políticas y que dotan de aliento y reconocimiento a trabajadores que pronto llevarán casi un año en primera línea de batalla, en una trinchera cruel en la que el desgaste emocional es evidente, más allá del físico, y que ahora están nadando contra una tercera ola. ¿Saben? En el mar la creencia popular dice que la tercera, de una serie de olas, es siempre la más fuerte, y si miramos a los países de nuestro alrededor el futuro inmediato no parece nada halagüeño.
En unos días comenzarán de nuevo las clases. El primer semestre se cerró con unos datos pandémicos magníficos. Más allá de que los menores puede que no sean buenos transmisores, el éxito se debe de nuevo a los de las trincheras: a los trabajadores de los centros educativos y a su exceso de celo. No olvidemos: al poco de comenzar las clases la ratio de 20 alumnos se convirtió en una recomendación y nunca hubo un refuerzo real del personal, empezado por el profesorado con un problema crónico previo a la pandemia. Tampoco el refuerzo del personal en las residencias ha sido real…
En este contexto es imposible no pensar en otras cuestiones, como el teletrabajo, al que la Generalitat obligó por unas horas para después decir que no, luego recomendar y ahora mejor que sí pero bueno. Nota: se tendría que analizar la composición cerebral de algunos empresarios empecinados en la presencialidad laboral cuando sus empleados podrían estar trabajando perfectamente a distancia.
Hoy jueves comienzan unas nuevas restricciones, anunciadas en diferido y que numerosos expertos dicen que serán insuficientes. Es un suma y sigue a aquel flamante plan de reapertura anunciado por la Generalitat a finales del mes de noviembre y que el propio Govern dinamitó a los pocos días al ignorar los indicadores que se había fijado para cambiar de fase. Por si fuera poco, además se crearon una suerte de estadios híbridos. ¡Es la presión de lo sectores económicos!
Catalunya no es Baviera, no; aunque por su PIB ocuparía una nada despreciable sexta posición de un supuesto total de diecisiete estados federados alemanes (contando que la comunidad de pronto se integrara en Alemania) y su PIB supera –o al menos superaba- el de mi siempre querida Portugal. ¿No será un problema de gestión política? ¿De optar por el camino más fácil? ¡Son las presiones! ¿No será no pensar a medio y largo plazo y correr para evitar el sofoco? ¿Falta de liderazgo?
En las últimas semanas se ha evidenciado lo que ya se conocía en pasillos desde hace años: la lucha acérrima entre dos socios de gobierno que no se soportan. Un Govern en el que, y es lo más peligroso, algunos de sus miembros no dudan incluso en dejar el timón para hacer la puyita de turno o la zancadilla de rigor. ¿Se acuerdan de aquello del gobierno de los mejores? Unos no llegaron, otros se fueron, otros murieron antes en alguna emboscada cainita y hubo quienes nunca estuvieron. Fue un bluf. El principio del bluf. Demasiados años haciendo política en contra de, demasiados cálculos electorales, demasiado tiempo pensando en cómo quedar bien. No siempre se puede: no con todo el mundo, ni siquiera es recomendable… esas cosas no salen bien.










Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.15