OPINIÓN
No hay vacuna para la pobreza
RAMON E. CARBONELL. Director de Càritas Sant Feliu
En marzo de 2020 se desataba una crisis sanitaria que al poco tiempo trascendió a todos los ámbitos de la vida. Un sistema económico y social que se mostró demasiado frágil y tambaleó el Estado del Bienestar, en especial para un 20% de la población que vivía ya a precario. De una forma vertiginosa se duplicaron y, en algún momento triplicaron, las demandas de ayuda a Càritas, un tercio por parte de personas que nunca lo habían necesitado.
Para la mayoría de familias la causa principal fue la pérdida de ingresos provenientes del trabajo, en muchos casos en condiciones de precariedad, y el bloqueo o directamente el cierre de la administración pública en el momento en el que era más necesaria una respuesta rápida y directa a los ciudadanos.
Nadie estaba preparado ni nadie había previsto lo que podía pasar. Pero anteriormente Càritas ya advertía s (VIII Informe FOESSA, 2019) de que para demasiadas familias no había llegado la recuperación de la crisis de 2007 y que las posibilidades de afrontar una nueva debacle económica llevaría a una situación extrema a mucha gente.
Lo vivimos hoy y lo viviremos los próximos años, con niveles de paro, especialmente entre los jóvenes, que auguran para muchas personas un futuro a corto plazo que imposibilita tener un proyecto de vida. Mientras no exista una vacuna para la pobreza, Càritas seguirá a su lado para afrontarlo juntos de la mejor manera posible.
En marzo de 2020 se desataba una crisis sanitaria que al poco tiempo trascendió a todos los ámbitos de la vida. Un sistema económico y social que se mostró demasiado frágil y tambaleó el Estado del Bienestar, en especial para un 20% de la población que vivía ya a precario. De una forma vertiginosa se duplicaron y, en algún momento triplicaron, las demandas de ayuda a Càritas, un tercio por parte de personas que nunca lo habían necesitado.
Para la mayoría de familias la causa principal fue la pérdida de ingresos provenientes del trabajo, en muchos casos en condiciones de precariedad, y el bloqueo o directamente el cierre de la administración pública en el momento en el que era más necesaria una respuesta rápida y directa a los ciudadanos.
Nadie estaba preparado ni nadie había previsto lo que podía pasar. Pero anteriormente Càritas ya advertía s (VIII Informe FOESSA, 2019) de que para demasiadas familias no había llegado la recuperación de la crisis de 2007 y que las posibilidades de afrontar una nueva debacle económica llevaría a una situación extrema a mucha gente.
Lo vivimos hoy y lo viviremos los próximos años, con niveles de paro, especialmente entre los jóvenes, que auguran para muchas personas un futuro a corto plazo que imposibilita tener un proyecto de vida. Mientras no exista una vacuna para la pobreza, Càritas seguirá a su lado para afrontarlo juntos de la mejor manera posible.
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