COMARCA
En alerta ante el riesgo extremo de incendios forestales
La Región de Emergencias Metropolitana Sur se ha reforzado con 90 auxiliares de oficio forestal para la campaña de este verano
![[Img #38193]](https://elfar.cat/upload/images/07_2021/7382_incendio-forestal-castellvi-de-rosanes-julio-2021-copia.jpg)
Cerca de 200 hectáreas calcinadas, la gran mayoría de vegetación forestal. Éste es el balance del incendio que la semana pasada azotó con dureza los términos municipales de Castellví de Rosanes y Martorell.
El origen del fuego se sitúa en unos trabajos de mantenimiento, sin autorización, con una radial y un equipo de soldadura en una valla de una vivienda situada en el límite de la urbanización Valldania, en Castellví. El jefe de Agents Rurals en Barcelona, Jaume Bosch, recordaba la semana pasada ante los medios de comunicación que el fuego empezó estando activada la alerta por riesgo de incendio forestal, cuando es necesario tener una autorización administrativa para hacer soldaduras. Al parecer no consta que el hombre tuviera autorización, por lo que sería “una negligencia grave”, remarcaba. Fue detenido el lunes y, posteriormente, puesto en libertad provisional. La causa está abierta por un delito de incendio por imprudencia.
Afortunadamente, esta negligencia humana no ha provocado daños personales, aunque el fuego obligó a evacuar a un centenar de vecinos de las urbanizaciones de Can Sunyer, Valldaina y Taió, que tuvieron que pasar la primera noche en hoteles de municipios del entorno. Pero sí ha dejado un paisaje desolador.
El verano es ya, por naturaleza, época propicia para los incendios, pero desde el Cuerpo de Bomberos aseguran que el de este año se antoja especialmente peligroso a la vista de las altas temperaturas que ha marcado el mercurio de los termómetros las últimas semanas, de las escasas lluvias de la primavera y de la baja humedad.
Los bosques del Baix Llobregat, con abundante vegetación, están muy secos y una sola chispa puede bastar para provocar una tragedia, como la vivida la semana pasada en la Serra de l’Ataix. “La situación es más complicada que en los últimos años”, reconoce a EL FAR el jefe de la Región de Emergencias Metropolitana Sur, Joan Rovira. “Tenemos un déficit hídrico, por la poca cantidad de agua caída en primavera, a lo que hay que sumar el cambio climático, un elemento que todavía lo complica más”, remarca.
Además, el hecho de que la comarca cuente un gran número de urbanizaciones en medio del bosque, como es el caso de Castellví de Rosanes, añade un punto más de dificultad a la gestión del trabajo de los bomberos, ya que hay que controlar inmediatamente el fuego por las consecuencias negativas que pueda tener su propagación. “Ya no se trata solo de una emergencia en incendios forestales, sino de una emergencia más integral, donde la prioridad no es únicamente apagar el fuego sino proteger a las personas y sus bienes”, explica Rovira.
Este escenario de complejidad requiere de una buena gestión de los bosques y, por ende, de los combustibles forestales. “Ésta es la clave y es el único factor del comportamiento del incendio sobre el que se puede trabajar”, señala Rovira, quien asegura que cada vez hay una mayor continuidad de combustible “que nos da pocas oportunidades de cara a la extinción”.
Por este motivo, la gestión de los bosques es esencial. “Y éste es un trabajo poliédrico, del conjunto de administraciones y propietarios”, remarca. No obstante, reconoce que hay muchas dificultades de que sea efectivo, ya que más del 90% del territorio forestal es de propiedad privada. En este sentido, la complejidad en la localización de los propietarios es uno de principales obstáculos e inconvenientes con los que se encuentran los organismos a la hora de gestionar los bosques.
Refuerzo en verano
Los parques de bomberos de la Región de Emergencias Metropolitana Sur se han reforzado con unos 90 auxiliares de oficio forestal que hasta mediados de septiembre engrosarán las plantillas habituales, formadas por unos 600 profesionales. “Este refuerzo nos va muy bien para soportar la presión que significa la actividad operativa durante el verano”, sostiene Rovira, aunque recuerda que los incendios ya no se producen únicamente en la época estival.
Por eso reitera la necesidad de contar con los recursos humanos y técnicos necesarios durante todo el año. Tras más una década de “desinversión” en el Cuerpo de Bomberos, según Rovira, “ahora parece que hay un cambio de tendencia y de sensibilidad”. Garantiza que se están incorporando nuevos vehículos y personal, pero confirma que se trata de un procedimiento lento. “La previsión es que en el año 2025 habremos estabilizado unos déficits que se habían acumulado en los últimos 10 años”, apunta.
Los bomberos cuentan con la ayuda inestimable de las 11 Agrupaciones de Defensa Forestal (ADF) que hay en la comarca, las cuales llevan años luchando contra los incendios y trabajando en la prevención.
La que cubre una mayor superficie es la de Puig Vicenç, que desde 1987 coordina a las ADF de los diferentes municipios que engloba: Begues, Collbató, Sant Boi, Santa Coloma de Cervelló, Sant Vicenç dels Horts, Torrelles, Vallirana y La Palma.
Las otras diez agrupaciones son: Massís de l’Ordal (Corbera, Sant Andreu de la Barca, Castellví y Gelida); Olesa-Esparreguera; El Roure (Sant Esteve Sesrovires, Abrera y Ulastrell); Gavà; Sant Ramon (Viladecans y Sant Climent); Puigmadrona-Olorda (Molins de Rei y El Papiol); Collbató; Sant Feliu, Castelldefels y Pallejà.
Los episodios más negros en la comarca fueron los acontecidos en 1982 y 1994, con unas 4.000 hectáreas calcinadas, a causa sobre todo de los grandes incendios declarados en La Morella (Macizo del Garraf) y de Montserrat, respectivamente.
Aunque también cabe recordar el que tuvo lugar en 2005 en los términos municipales de Viladecans y Sant Boi, que se saldó con 60 hectáreas de masa forestal quemadas; y el que se produjo en 2013, cuando ardieron más de 110 hectáreas en Vallirana.
![[Img #38193]](https://elfar.cat/upload/images/07_2021/7382_incendio-forestal-castellvi-de-rosanes-julio-2021-copia.jpg)
Cerca de 200 hectáreas calcinadas, la gran mayoría de vegetación forestal. Éste es el balance del incendio que la semana pasada azotó con dureza los términos municipales de Castellví de Rosanes y Martorell.
El origen del fuego se sitúa en unos trabajos de mantenimiento, sin autorización, con una radial y un equipo de soldadura en una valla de una vivienda situada en el límite de la urbanización Valldania, en Castellví. El jefe de Agents Rurals en Barcelona, Jaume Bosch, recordaba la semana pasada ante los medios de comunicación que el fuego empezó estando activada la alerta por riesgo de incendio forestal, cuando es necesario tener una autorización administrativa para hacer soldaduras. Al parecer no consta que el hombre tuviera autorización, por lo que sería “una negligencia grave”, remarcaba. Fue detenido el lunes y, posteriormente, puesto en libertad provisional. La causa está abierta por un delito de incendio por imprudencia.
Afortunadamente, esta negligencia humana no ha provocado daños personales, aunque el fuego obligó a evacuar a un centenar de vecinos de las urbanizaciones de Can Sunyer, Valldaina y Taió, que tuvieron que pasar la primera noche en hoteles de municipios del entorno. Pero sí ha dejado un paisaje desolador.
El verano es ya, por naturaleza, época propicia para los incendios, pero desde el Cuerpo de Bomberos aseguran que el de este año se antoja especialmente peligroso a la vista de las altas temperaturas que ha marcado el mercurio de los termómetros las últimas semanas, de las escasas lluvias de la primavera y de la baja humedad.
Los bosques del Baix Llobregat, con abundante vegetación, están muy secos y una sola chispa puede bastar para provocar una tragedia, como la vivida la semana pasada en la Serra de l’Ataix. “La situación es más complicada que en los últimos años”, reconoce a EL FAR el jefe de la Región de Emergencias Metropolitana Sur, Joan Rovira. “Tenemos un déficit hídrico, por la poca cantidad de agua caída en primavera, a lo que hay que sumar el cambio climático, un elemento que todavía lo complica más”, remarca.
Además, el hecho de que la comarca cuente un gran número de urbanizaciones en medio del bosque, como es el caso de Castellví de Rosanes, añade un punto más de dificultad a la gestión del trabajo de los bomberos, ya que hay que controlar inmediatamente el fuego por las consecuencias negativas que pueda tener su propagación. “Ya no se trata solo de una emergencia en incendios forestales, sino de una emergencia más integral, donde la prioridad no es únicamente apagar el fuego sino proteger a las personas y sus bienes”, explica Rovira.
Este escenario de complejidad requiere de una buena gestión de los bosques y, por ende, de los combustibles forestales. “Ésta es la clave y es el único factor del comportamiento del incendio sobre el que se puede trabajar”, señala Rovira, quien asegura que cada vez hay una mayor continuidad de combustible “que nos da pocas oportunidades de cara a la extinción”.
Por este motivo, la gestión de los bosques es esencial. “Y éste es un trabajo poliédrico, del conjunto de administraciones y propietarios”, remarca. No obstante, reconoce que hay muchas dificultades de que sea efectivo, ya que más del 90% del territorio forestal es de propiedad privada. En este sentido, la complejidad en la localización de los propietarios es uno de principales obstáculos e inconvenientes con los que se encuentran los organismos a la hora de gestionar los bosques.
Refuerzo en verano
Los parques de bomberos de la Región de Emergencias Metropolitana Sur se han reforzado con unos 90 auxiliares de oficio forestal que hasta mediados de septiembre engrosarán las plantillas habituales, formadas por unos 600 profesionales. “Este refuerzo nos va muy bien para soportar la presión que significa la actividad operativa durante el verano”, sostiene Rovira, aunque recuerda que los incendios ya no se producen únicamente en la época estival.
Por eso reitera la necesidad de contar con los recursos humanos y técnicos necesarios durante todo el año. Tras más una década de “desinversión” en el Cuerpo de Bomberos, según Rovira, “ahora parece que hay un cambio de tendencia y de sensibilidad”. Garantiza que se están incorporando nuevos vehículos y personal, pero confirma que se trata de un procedimiento lento. “La previsión es que en el año 2025 habremos estabilizado unos déficits que se habían acumulado en los últimos 10 años”, apunta.
Los bomberos cuentan con la ayuda inestimable de las 11 Agrupaciones de Defensa Forestal (ADF) que hay en la comarca, las cuales llevan años luchando contra los incendios y trabajando en la prevención.
La que cubre una mayor superficie es la de Puig Vicenç, que desde 1987 coordina a las ADF de los diferentes municipios que engloba: Begues, Collbató, Sant Boi, Santa Coloma de Cervelló, Sant Vicenç dels Horts, Torrelles, Vallirana y La Palma.
Las otras diez agrupaciones son: Massís de l’Ordal (Corbera, Sant Andreu de la Barca, Castellví y Gelida); Olesa-Esparreguera; El Roure (Sant Esteve Sesrovires, Abrera y Ulastrell); Gavà; Sant Ramon (Viladecans y Sant Climent); Puigmadrona-Olorda (Molins de Rei y El Papiol); Collbató; Sant Feliu, Castelldefels y Pallejà.
Los episodios más negros en la comarca fueron los acontecidos en 1982 y 1994, con unas 4.000 hectáreas calcinadas, a causa sobre todo de los grandes incendios declarados en La Morella (Macizo del Garraf) y de Montserrat, respectivamente.
Aunque también cabe recordar el que tuvo lugar en 2005 en los términos municipales de Viladecans y Sant Boi, que se saldó con 60 hectáreas de masa forestal quemadas; y el que se produjo en 2013, cuando ardieron más de 110 hectáreas en Vallirana.
























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