OPINIÓN
EDITORIAL. Una deuda que se va saldando
MARÍA JOSÉ ESPINOSA. Directora ELFAR.CAT
Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que los municipios de la comarca organizaban su día a día en torno al río. Sus ciudadanos aprovechaban sus ratos de ocio para disfrutar de él: se estiraban al sol, paseaban e, incluso, se bañaban. No obstante, el progreso y una nueva actividad económica emergente, la industria, fue sustituyendo progresivamente los campos de cultivo por fábricas y colonias, mientras que las ciudades crecían de forma imparable de espaldas al río.
Aunque durante muchos siglos el Llobregat fue un recurso natural, desde el siglo XIX su cuenca se fue convirtiendo en un eje industrial que, junto con otros factores, hicieron de él un río ecológica y paisajísticamente degradado, lo que le hizo perder casi definitivamente su valor como espacio ciudadano. El río y sus márgenes, la espina dorsal de nuestra comarca, se convirtieron, inevitablemente, en espectadores de excepción del avance imparable del progreso, acogiendo la mayoría de infraestructuras importantes del Baix Llobregat, como la A-2, la AP-7, las vías del tren o el AVE. El peaje que se tuvo que pagar fue alto: una zona sobreexplotada, que se erigió como el trastero o el patio trasero de los municipios por donde pasa el río.
En el año 2006 las administraciones tomaron cartas en el asunto y las cosas empezaron a cambiar. Fue entonces cuando se presentó el proyecto de restauración ambiental del Llobregat a su paso por la comarca, impulsado por el Consorcio para la Recuperación y Conservación del río, formado por el Gobierno, la Generalitat, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), la Diputación de Barcelona y el Consell Comarcal. El objetivo era poner freno a la degradación que sufría el símbolo por excelencia de la comarca, con más de 170 kilómetros de recorrido.
Las primeras de las actuaciones que se llevaron a cabo, a cargo del AMB, consistieron en dignificar el río desde Martorell hasta su desembocadura en El Prat. Desde entonces se han ido sucediendo las intervenciones y a día de hoy ya se han invertido más de 40 millones de euros en la regeneración de los márgenes; la habilitación de caminos; la replantación de flora y árboles autóctonos; la recuperación de humedales como el de Ca n’Albareda (entre Martorell y Sant Andreu de la Barca), la creación de parques fluviales (como el Sant Boi y El Prat) o la construcción de vados inundables que conectan municipios situados a ambos lados del Llobregat.
La finalidad no es otra que convertir la ribera del río en un espacio de ocio y de encuentro ciudadano, como lo fue antaño, así como mejorar la comunicación entre las localidades que están a uno y otro lado y posibilitar el paseo siguiendo el curso del Llobregat. Y en muchos puntos ya se ha conseguido, como en el tramo entre Martorell y el límite entre Corbera y Pallejà, o entre Sant Joan Despí y El Prat.
Ahora las actuaciones están centradas en el tramo intermedio, de 9,5 kilómetros, que afecta a los municipios de Sant Joan Despí, Santa Coloma de Cervelló, Sant Feliu, Molins de Rei, Sant Vicenç dels Horts, Sant Boi, Pallejà y El Papiol. Algunos de los proyectos ya están acabados y otros se encuentran en ejecución o bien están en fase de redacción o licitación.
De forma complementaria al macroproyecto de restauración socioambiental, a nivel local también se han ido desarrollando acciones con el objetivo de devolverle la vida a un río que está condenado para siempre a convivir (y sobrevivir) en medio de una zona densamente poblada e industrial. En Sant Joan Despí, por ejemplo, se han impulsado actuaciones que conjugan la recuperación ambiental con la educación, la concienciación y el ocio ciudadano. Una de las iniciativas más populares es la del Bosc dels Infants que, desde el año 2007, invita a los niños de la ciudad a plantar un árbol con su nombre junto al río.
La gran deuda que teníamos con nuestro río ya se va saldando. Todas las actuaciones que se han llevado a cabo en los últimos años están dando sus frutos y han conseguido reconciliar a la ciudadanía con el Llobregat, que ha pasado de ser una zona casi olvidada a uno de los principales valores naturales del territorio y que es aprovechado cada vez más por centenares de personas que pasean por su ribera, hacen deporte o van en bicicleta. Todos ellos son conscientes del gran valor ecológico, social y paisajístico que el Llobregat aporta a nuestra comarca.
Hubo un tiempo, no muy lejano, en el que los municipios de la comarca organizaban su día a día en torno al río. Sus ciudadanos aprovechaban sus ratos de ocio para disfrutar de él: se estiraban al sol, paseaban e, incluso, se bañaban. No obstante, el progreso y una nueva actividad económica emergente, la industria, fue sustituyendo progresivamente los campos de cultivo por fábricas y colonias, mientras que las ciudades crecían de forma imparable de espaldas al río.
Aunque durante muchos siglos el Llobregat fue un recurso natural, desde el siglo XIX su cuenca se fue convirtiendo en un eje industrial que, junto con otros factores, hicieron de él un río ecológica y paisajísticamente degradado, lo que le hizo perder casi definitivamente su valor como espacio ciudadano. El río y sus márgenes, la espina dorsal de nuestra comarca, se convirtieron, inevitablemente, en espectadores de excepción del avance imparable del progreso, acogiendo la mayoría de infraestructuras importantes del Baix Llobregat, como la A-2, la AP-7, las vías del tren o el AVE. El peaje que se tuvo que pagar fue alto: una zona sobreexplotada, que se erigió como el trastero o el patio trasero de los municipios por donde pasa el río.
En el año 2006 las administraciones tomaron cartas en el asunto y las cosas empezaron a cambiar. Fue entonces cuando se presentó el proyecto de restauración ambiental del Llobregat a su paso por la comarca, impulsado por el Consorcio para la Recuperación y Conservación del río, formado por el Gobierno, la Generalitat, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB), la Diputación de Barcelona y el Consell Comarcal. El objetivo era poner freno a la degradación que sufría el símbolo por excelencia de la comarca, con más de 170 kilómetros de recorrido.
Las primeras de las actuaciones que se llevaron a cabo, a cargo del AMB, consistieron en dignificar el río desde Martorell hasta su desembocadura en El Prat. Desde entonces se han ido sucediendo las intervenciones y a día de hoy ya se han invertido más de 40 millones de euros en la regeneración de los márgenes; la habilitación de caminos; la replantación de flora y árboles autóctonos; la recuperación de humedales como el de Ca n’Albareda (entre Martorell y Sant Andreu de la Barca), la creación de parques fluviales (como el Sant Boi y El Prat) o la construcción de vados inundables que conectan municipios situados a ambos lados del Llobregat.
La finalidad no es otra que convertir la ribera del río en un espacio de ocio y de encuentro ciudadano, como lo fue antaño, así como mejorar la comunicación entre las localidades que están a uno y otro lado y posibilitar el paseo siguiendo el curso del Llobregat. Y en muchos puntos ya se ha conseguido, como en el tramo entre Martorell y el límite entre Corbera y Pallejà, o entre Sant Joan Despí y El Prat.
Ahora las actuaciones están centradas en el tramo intermedio, de 9,5 kilómetros, que afecta a los municipios de Sant Joan Despí, Santa Coloma de Cervelló, Sant Feliu, Molins de Rei, Sant Vicenç dels Horts, Sant Boi, Pallejà y El Papiol. Algunos de los proyectos ya están acabados y otros se encuentran en ejecución o bien están en fase de redacción o licitación.
De forma complementaria al macroproyecto de restauración socioambiental, a nivel local también se han ido desarrollando acciones con el objetivo de devolverle la vida a un río que está condenado para siempre a convivir (y sobrevivir) en medio de una zona densamente poblada e industrial. En Sant Joan Despí, por ejemplo, se han impulsado actuaciones que conjugan la recuperación ambiental con la educación, la concienciación y el ocio ciudadano. Una de las iniciativas más populares es la del Bosc dels Infants que, desde el año 2007, invita a los niños de la ciudad a plantar un árbol con su nombre junto al río.
La gran deuda que teníamos con nuestro río ya se va saldando. Todas las actuaciones que se han llevado a cabo en los últimos años están dando sus frutos y han conseguido reconciliar a la ciudadanía con el Llobregat, que ha pasado de ser una zona casi olvidada a uno de los principales valores naturales del territorio y que es aprovechado cada vez más por centenares de personas que pasean por su ribera, hacen deporte o van en bicicleta. Todos ellos son conscientes del gran valor ecológico, social y paisajístico que el Llobregat aporta a nuestra comarca.
Normas de participación
Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.
Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.
La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad
Normas de Participación
Política de privacidad
Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.154