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Viernes, 15 de Octubre de 2021
EL PRAT

El banco de alimentos se reinventa implicando a las personas beneficiarias en su gestión

El Prat pone en marcha La Botiga, un proyecto municipal de innovación social que, además, se provee de productos de proximidad del Parque Agrario y del comercio local

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El Prat ha reinventado su banco de alimentos haciendo que sus beneficiarios puedan participar activamente en su gestión a partir de un modelo de gobernanza cooperativa. El proyecto, que se ha bautizado con el nombre de La Botiga y que quiere dejar atrás el tradicional modelo asistencialista, tiene como uno de sus pilares fundamentales la sostenibilidad, ya que además de las actuales vías de suministro de alimentos, como los procedentes del Fondo de Ayuda Europea, también se provee de frutas y verduras y otros productos de proximidad y km 0 del Parque Agrario del Baix Llobregat y del comercio local. Asimismo, promueve el reaprovechamiento alimentario y trabaja para minimizar los residuos.

 

"Este modelo híbrido, que conjuga la garantía alimentaria con otras necesidades sociales, laborales y relacionales de las personas, trabajando a partir de los principios de la gobernanza cooperativa, es una experiencia pionera en Catalunya y en el conjunto del Estado", remarcan desde el Ayuntamiento. Por este motivo, está siendo analizada por un equipo interdisciplinar liderado por la Universitat Autònoma de Barcelona y del que están participando estudiantes de la Universidad Europea ECIU University (www.eciu.org), que también se plantean el reto de investigar cómo el proyecto podría hacer frente a las posibles necesidades que le puedan surgir en el futuro, ya sean económicas, legales o sociales.

 

La gestión de este pionero programa municipal ha sido delegada a la Associació Benestar i Desenvolupament (ABD), organización no gubernamental y sin ánimo de lucro que trabaja desde hace más de 40 años para reducir las desigualdades y la vulnerabilidad social y sanitaria a través de más de un centenar de servicios y programas que dan soporte a más de 120.000 personas cada año. Además, el proyecto cuenta con la colaboración de la Fundació Espigoladors, especializada en el reaprovechamiento de alimentos, principalmente frutas y verduras de los campos de cultivo en buen estado pero no comercializables, y que también trabaja la inclusión social de personas en riesgo de exclusión.

 

El programa está financiado por el Ayuntamiento de El Prat, que ha invertido más de 366.000 euros en las obras para adecuar el nuevo espacio de La Botiga y el mobiliario y material necesario. Además, destinará 413.500 anuales más a la gestión del proyecto, que también cuenta con el apoyo económico del Área Metropolitana de Barcelona (AMB).

 

Un modelo de autogestión, del cual las personas atendidas son corresponsables

 

La Botiga parte de un modelo de gobernanza inspirado en los valores de la economía social y solidaria, y sitúa a los beneficiarios como corresponsables del servicio. Así, por ejemplo, pueden implicarse en el proceso de elección de los productos alimenticios y básicos que se pueden adquirir en este espacio.

 

Para lograr involucrarlos en la gestión de La Botiga, se incentivan sus intereses y habilidades, además de enriquecer los conocimientos y habilidades sociales y relacionales, "lo que contribuye también a su bienestar emocional y a sus oportunidades laborales", señalan desde el consistorio. Entre las estrategias para incentivar la búsqueda de empleo de las personas beneficiarias está el establecimiento de circuitos de inserción laboral hacia el tejido productivo del sector alimentario (producción, distribución, elaboración, almacenamiento y venta).

 

La Botiga supera así el modelo asistencialista y adopta un nuevo modelo de autoservicio o venta asistida. Es decir, los beneficiarios no recogen lotes de alimentos, sino que, a través de un sistema de puntos, eligen ellos mismos los productos que necesitan. Los puntos, que equivalen al dinero para hacer la compra y para los que se ha elegido el nombre de Ricardes -por la vinculación de La Botiga en el territorio de El Prat-, les son asignados a través de la hoja de prescripción de servicios sociales, en función de la situación de cada persona o familia.

 

A este servicio, los usuarios acceden a través de cita previa y, antes de entrar en el espacio donde pueden adquirir los alimentos, primero pasan por una sala polivalente, donde se establecen dinámicas grupales y comunitarias a partir de las conversaciones entre las personas vinculadas al proyecto. En La Botiga, más allá del servicio de garantía alimentaria y las iniciativas para trabajar habilidades sociales o competencias laborales, se hacen también otras actividades y talleres, por ejemplo para promover los hábitos o la alimentación saludable o para fomentar el diálogo intercultural entre usuarios y usuarias de diferentes procedencias.

 

La puesta en marcha de La Botiga es fruto del trabajo iniciado con el programa de apoyo alimentario previo, el Punt Solidari, que se inició en 2012 con el apoyo de Cáritas y la Creu Roja. Desde el Ayuntamiento recuerdan que el Punt Solidari se basó inicialmente en el reparto de lotes de productos básicos, pero durante los últimos años, especialmente desde 2017, ya comenzó a evolucionar hacia modelos menos asistencialistas, de atención integral centrada en la persona y de dimensión comunitaria. Esta reflexión y trabajo previo es lo que desembocó posteriormente en la inclusión del proyecto de La Botiga en el Plan de Actuación Municipal (PAM) desde 2020 hasta 2023 y en su posterior apertura a finales de agosto.

 

"Esta evolución del modelo del programa de garantía alimentaria también ha coincidido con el aumento de las personas que son beneficiarias", apuntan las mismas fuentes. El Punt Solidari comenzó atendiendo a 200 familias al mes, una cifra que ha aumentado hasta las 500 actuales, que agrupan cerca de 2.000 personas, un tercio de ellas menores de 16 años.

 

Además de La Botiga, el Ayuntamiento de El Prat sigue impulsando otros programas de apoyo alimentario, entre ellos el reparto de tarjetas monedero para la compra de productos básicos, que en estos momentos reciben 200 familias, más del triple que las 60 que eran beneficiarias antes de la pandemia. Paralelamente, se ha incrementado la dotación económica mensual de la tarjeta, pasando de los 80 a los 200 euros mensuales.

 

Otros programas de apoyo alimentario son el reparto de comidas a domicilio, que se han duplicado desde el estallido de la crisis sanitaria, pasando de 60 a 120 mensuales, las ayudas de comedor para niños o el comedor social para personas mayores, entre otros.

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