ÁREA METROPOLITANA
El AMB finaliza el sellado y clausura del antiguo vertedero del Garraf
La actuación llevada a cabo salvaguarda el medio ambiente y aprovecha el biogás que generan los residuos soterrados para producir la energía eléctrica que consumen más de 9.000 hogares
![[Img #39855]](https://elfar.cat/upload/images/11_2021/2525_img_4071-copia.jpg)
El Área Metropolitana de Barcelona (AMB) ha finalizado las obras de sellado y clausura del antiguo depósito controlado de residuos de la Vall d'en Joan, más conocido como el vertedero del Garraf. "Ahora concluye el segundo momento clave en la historia de este espacio", aseguraba el viernes el vicepresidente del organismo metropolitano, Eloi Badia. "El primero fue cuando logramos dejar de llevar residuos, ya en 2006", recordaba, tras apuntar que "en este tiempo hemos sido capaces de asegurar un nuevo futuro para esta parte del Parque del Garraf, y solucionar los contratiempos que un vertedero de estas características provoca en un espacio así".
Los trabajos de sellado han consistido en la impermeabilización del terreno sobre la masa de residuos, para evitar que el agua de lluvia se infiltre y genere lixiviados, unos compuestos químicos muy contaminantes. Además, una red de captación y conducción de aguas pluviales minimiza la generación de lixiviados, y un sistema de bombeo los extrae y conduce a una depuradora propia, donde son tratados.
El biogás que libera la materia orgánica en descomposición (que también es contaminante y uno de los principales gases de efecto invernadero) se recoge y se trata en una central específica, donde se transforma en energía eléctrica, que después se vende en la red. Según el AMB, la electricidad generada mediante este sistema abastece al consumo de más de 9.000 hogares.
![[Img #39854]](https://elfar.cat/upload/images/11_2021/6719_captacio-biogas-copia.jpg)
"Más allá de la clausura, el espacio ocupado por 26,6 millones de toneladas de residuos necesita una restauración ambiental para convertirse de nuevo en una pieza clave del mosaico del macizo del Garraf", remarcan fuentes del organismo metropolitano. Con la clausura se ha recuperado la función ecológica del ámbito como zona de nidificación de aves migratorias, que ya se observaba antes del inicio de la restauración en diciembre de 2018.
Las mejoras paisajísticas incluyen la siembra de prados, la hidrosiembra de taludes y la creación de cuatro balsas naturalizadas para recoger las aguas de escorrentía y como zonas húmedas para la fauna del parque. Una vez finalizadas las obras, el período previsto de mantenimiento y control después de la clausura se extenderá un mínimo de 30 años.
El proyecto de clausura y sellado ha propiciado también el retorno de especies animales propias de los entornos abiertos. Así, las actuaciones de sellado e impermeabilización se han ido adaptando al ritmo de la evolución del ecosistema para permitir a la fauna desarrollar su ciclo natural. Una de las especies más importantes es el águila perdicera, que está catalogada como amenazada en toda España.
![[Img #39856]](https://elfar.cat/upload/images/11_2021/9622_aliga-cuabarrada-copia.jpg)
Entre los años 2001 y 2003 se ejecutó la clausura y restauración de la zona inferior del depósito, que sumaba unas 20 hectáreas del término municipal de Gavà. En ese momento, en el que el vertedero seguía recibiendo residuos, el AMB pasó a tener la competencia de la gestión del espacio.
Posteriormente, entre 2008 y 2010, se ejecutó una segunda fase de restauración física, que daba continuidad a la restauración de los años 2001-2003.
En diciembre de 2018, como resultado del convenio con la Agència de Residus de Catalunya, que aportó la financiación necesaria de 33,4 millones de euros, empezaron las obras de clausura de la superficie pendiente: unas 44 hectáreas pertenecientes al término municipal de Begues.
Ejemplo de economía circular
Para recuperar ambientalmente la Vall d'en Joan era necesario disponer de una determinada cantidad de tierra vegetal. Durante las primeras fases de sellado se retiraron y conservaron los 15 centímetros superficiales de todo el terreno, ya que contenían las semillas necesarias para la posterior forestación con flora autóctona. Sin embargo, al comprobar que esta tierra estaba contaminada con metales pesados, el AMB desarrolló una solución basada en la economía circular, es decir, convertir los residuos en nuevos recursos.
El tecnosuelo es un sustrato creado mediante técnicas agrícolas a partir de la mezcla de tierras de excavación, un material estructurante (en este caso, paja) y el digestado de la materia orgánica de la fracción resto (MOR), un material que se obtiene de la materia orgánica que entra en los ecoparques, las plantas gestionadas por el AMB que tratan los residuos del contenedor de resto. El uso del tecnosuelo también ha permitido un 50% de ahorro económico respecto a la tierra vegetal de calidad media, según fuentes del AMB.
En 1971, a finales de la dictadura, se decidió ubicar un vertedero en el macizo del Garraf. El lugar escogido no podía ser menos idóneo: el subsuelo cavernoso de la zona anunciaba abundantes filtraciones contaminantes. "Pero la administración menospreció esta circunstancia y ejecutó el plan", recuerdan desde el AMB.
![[Img #39853]](https://elfar.cat/upload/images/11_2021/6162_garraf-antiga-copia.jpg)
El depósito de la Vall d'en Joan fue el destino de gran parte de los residuos municipales de Barcelona y su área metropolitana desde el 15 de febrero de 1974 hasta el 31 de diciembre de 2006. A lo largo de más de 30 años, este espacio de 64 hectáreas recibió un total de 26,6 millones de toneladas de residuos, hoy enterrados. Esto ha supuesto que, en algunos puntos del valle, se acumule una capa subterránea de residuos de hasta 100 metros de espesor.
El Área Metropolitana de Barcelona (AMB) ha finalizado las obras de sellado y clausura del antiguo depósito controlado de residuos de la Vall d'en Joan, más conocido como el vertedero del Garraf. "Ahora concluye el segundo momento clave en la historia de este espacio", aseguraba el viernes el vicepresidente del organismo metropolitano, Eloi Badia. "El primero fue cuando logramos dejar de llevar residuos, ya en 2006", recordaba, tras apuntar que "en este tiempo hemos sido capaces de asegurar un nuevo futuro para esta parte del Parque del Garraf, y solucionar los contratiempos que un vertedero de estas características provoca en un espacio así".
Los trabajos de sellado han consistido en la impermeabilización del terreno sobre la masa de residuos, para evitar que el agua de lluvia se infiltre y genere lixiviados, unos compuestos químicos muy contaminantes. Además, una red de captación y conducción de aguas pluviales minimiza la generación de lixiviados, y un sistema de bombeo los extrae y conduce a una depuradora propia, donde son tratados.
El biogás que libera la materia orgánica en descomposición (que también es contaminante y uno de los principales gases de efecto invernadero) se recoge y se trata en una central específica, donde se transforma en energía eléctrica, que después se vende en la red. Según el AMB, la electricidad generada mediante este sistema abastece al consumo de más de 9.000 hogares.
"Más allá de la clausura, el espacio ocupado por 26,6 millones de toneladas de residuos necesita una restauración ambiental para convertirse de nuevo en una pieza clave del mosaico del macizo del Garraf", remarcan fuentes del organismo metropolitano. Con la clausura se ha recuperado la función ecológica del ámbito como zona de nidificación de aves migratorias, que ya se observaba antes del inicio de la restauración en diciembre de 2018.
Las mejoras paisajísticas incluyen la siembra de prados, la hidrosiembra de taludes y la creación de cuatro balsas naturalizadas para recoger las aguas de escorrentía y como zonas húmedas para la fauna del parque. Una vez finalizadas las obras, el período previsto de mantenimiento y control después de la clausura se extenderá un mínimo de 30 años.
El proyecto de clausura y sellado ha propiciado también el retorno de especies animales propias de los entornos abiertos. Así, las actuaciones de sellado e impermeabilización se han ido adaptando al ritmo de la evolución del ecosistema para permitir a la fauna desarrollar su ciclo natural. Una de las especies más importantes es el águila perdicera, que está catalogada como amenazada en toda España.
Entre los años 2001 y 2003 se ejecutó la clausura y restauración de la zona inferior del depósito, que sumaba unas 20 hectáreas del término municipal de Gavà. En ese momento, en el que el vertedero seguía recibiendo residuos, el AMB pasó a tener la competencia de la gestión del espacio.
Posteriormente, entre 2008 y 2010, se ejecutó una segunda fase de restauración física, que daba continuidad a la restauración de los años 2001-2003.
En diciembre de 2018, como resultado del convenio con la Agència de Residus de Catalunya, que aportó la financiación necesaria de 33,4 millones de euros, empezaron las obras de clausura de la superficie pendiente: unas 44 hectáreas pertenecientes al término municipal de Begues.
Ejemplo de economía circular
Para recuperar ambientalmente la Vall d'en Joan era necesario disponer de una determinada cantidad de tierra vegetal. Durante las primeras fases de sellado se retiraron y conservaron los 15 centímetros superficiales de todo el terreno, ya que contenían las semillas necesarias para la posterior forestación con flora autóctona. Sin embargo, al comprobar que esta tierra estaba contaminada con metales pesados, el AMB desarrolló una solución basada en la economía circular, es decir, convertir los residuos en nuevos recursos.
El tecnosuelo es un sustrato creado mediante técnicas agrícolas a partir de la mezcla de tierras de excavación, un material estructurante (en este caso, paja) y el digestado de la materia orgánica de la fracción resto (MOR), un material que se obtiene de la materia orgánica que entra en los ecoparques, las plantas gestionadas por el AMB que tratan los residuos del contenedor de resto. El uso del tecnosuelo también ha permitido un 50% de ahorro económico respecto a la tierra vegetal de calidad media, según fuentes del AMB.
En 1971, a finales de la dictadura, se decidió ubicar un vertedero en el macizo del Garraf. El lugar escogido no podía ser menos idóneo: el subsuelo cavernoso de la zona anunciaba abundantes filtraciones contaminantes. "Pero la administración menospreció esta circunstancia y ejecutó el plan", recuerdan desde el AMB.
El depósito de la Vall d'en Joan fue el destino de gran parte de los residuos municipales de Barcelona y su área metropolitana desde el 15 de febrero de 1974 hasta el 31 de diciembre de 2006. A lo largo de más de 30 años, este espacio de 64 hectáreas recibió un total de 26,6 millones de toneladas de residuos, hoy enterrados. Esto ha supuesto que, en algunos puntos del valle, se acumule una capa subterránea de residuos de hasta 100 metros de espesor.
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