COMARCA
El Baix Llobregat se mantiene en alerta ante el alto riesgo de incendios
Las temperaturas extremas de los últimos días y las escasas lluvias caídas en primavera hacen prever un verano crítico • Los bosques están muy secos y una sola chispa pueda bastar para provocar una tragedia
![[Img #43679]](https://elfar.cat/upload/images/07_2022/2615_incendios-copia.jpg)
El verano es ya, por naturaleza, época propicia para los incendios, pero el de este año se antoja especialmente peligroso a la vista de las altas temperaturas que ha marcado el mercurio de los termómetros las últimas semanas, de las escasas lluvias de la primavera y de la baja humedad.
La situación se complica aún más si tenemos en cuenta el cambio climático y el gran número de urbanizaciones que existen en el Baix Llobregat, las cuales añaden un punto extra de dificultad a la gestión del trabajo de los profesionales, ya que tienen que controlar inmediatamente el fuego por las consecuencias negativas que pueda tener su propagación. Desde el Cuerpo de Bomberos remarcan que ya no se trata solo de una emergencia en incendios forestales, sino de una emergencia más integral, donde la prioridad no es únicamente apagar el fuego sino proteger a las personas y sus bienes.
En definitiva, un escenario complejo que obliga a extremar las precauciones para evitar tragedias como la vivida en julio del año pasado en la Serra de l’Ataix, donde se calcinaron 191 hectáreas, la gran mayoría de vegetación forestal. El origen del fuego, que azotó con dureza los términos municipales de Castellví de Rosanes y Martorell, se situó en unos trabajos de mantenimiento, sin autorización, con una radial y un equipo de soldadura en la valla de una vivienda situada en la urbanización Valldaina, en Castellví. Afortunadamente, esta negligencia humana no provocó daños personales, aunque dejó un paisaje desolador.
![[Img #43680]](https://elfar.cat/upload/images/07_2022/938_incendio-1-copia.jpg)
En 2021, el Baix Llobregat perdió cerca de 205 hectáreas forestales debido a los 45 incendios ocasionados. Y este año, desde enero a junio ya se han producido una veintena. Casi todos ellos han sido de poca consideración, a excepción del que tuvo lugar en abril en la Riera de Magarola, entre los términos municipales de Abrera y Esparreguera. En este caso también fue una imprudencia la responsable de que se quemaran tres hectáreas de superficie forestal y 700 metros cuadrados de terreno agrícola. Según fuentes de los Mossos d’Esquadra, el responsable, un hombre de 62 años, había encendido una hoguera para calentar agua en una de las barracas de la zona. Una insensatez si tenemos en cuenta que lo hizo en una época de prohibición de hacer fuego y con el nivel 2 del Plan Alfa activado por un nivel alto de peligro de incendio.
Un peligro que coge más fuerza durante el verano. Por este motivo, y para soportar la presión que significa la actividad operativa los meses estivales, los parques de bomberos de L’Hospitalet, Cornellà. Gavà, Martorell, El Prat, Sant Feliu y Sant Boi se han reforzado con 42 auxiliares de oficio forestal que hasta mediados de septiembre engrosarán las plantillas habituales, formadas por 214 profesionales.
Además, los efectivos de la Generalitat cuentan con la ayuda inestimable de los voluntarios reunidos en las 11 Agrupaciones de Defensa Forestal (ADF) que hay en la comarca, las cuales llevan años luchando contra los incendios y trabajando en la prevención.
La que cubre una mayor superficie es la de Puig Vicenç, que desde 1987 coordina a las ADF de los diferentes municipios que engloba: Begues, Collbató, Sant Boi, Santa Coloma de Cervelló, Sant Vicenç dels Horts, Torrelles, Vallirana y La Palma.
Las otras diez agrupaciones son: Massís de l’Ordal (Corbera, Sant Andreu de la Barca, Castellví y Gelida); Olesa-Esparreguera; El Roure (Sant Esteve Sesrovires, Abrera y Ulastrell); Gavà; Sant Ramon (Viladecans y Sant Climent); Puigmadrona-Olorda (Molins de Rei y El Papiol); Collbató; Sant Feliu, Castelldefels y Pallejà.
Los episodios más negros en la comarca fueron los acontecidos en 1982 y 1994, con unas 4.000 hectáreas calcinadas, a causa sobre todo de los grandes incendios declarados en La Morella (Macizo del Garraf) y de Montserrat, respectivamente.
Aunque también cabe recordar el que tuvo lugar en 2005 en los términos municipales de Viladecans y Sant Boi, que se saldó con 60 hectáreas de masa forestal quemadas; y el que se produjo en 2013, cuando ardieron más de 110 hectáreas en Vallirana.
A día de hoy, un total de 24 municipos del Baix Llobregat se encuentran en el nivel 3 del Plan Alfa, la alerta máxima, que se mantendrá, en principio, hasta el próximo martes, 26 de julio, con medidas restrictivas que implican la suspensión de cualquier actividad con riesgo de incendio forestal, como acampadas y rutas deportivas, casales y colonias, actividad agrícola, obras, uso de herramientas o circulación motorizada. También permenece cerrado el acceso a 11 macizos, entre ellos el de Montserrat.
Plan de vigilancia de la Diputación de Barcelona
Por su parte, la Diputación de Barcelona, en colaboración con los ayuntamientos, consejos comarcales y ADF, ha puesto en marcha un año más el Plan de Información y Vigilancia (PVI) contra incendios forestales, con el objetivo de cubrir las 500.000 hectáreas de bosques de la demarcación. El plan permanecerá activo hasta el 1 de septiembre y está integrado por 254 personas, con un total de 93 unidades de información y vigilancia móvil, 14 puntos de vigilancia fija y tres equipos de coordinación y control.
![[Img #43682]](https://elfar.cat/upload/images/07_2022/4650_4732_pvi_dintre.jpg)
El conjunto de la demarcación se divide en tres sectores de prevención, que engloban el equivalente a cuatro comarcas, y en cada uno de los cuales hay centros de control ubicados principalmente en las sedes de las federaciones de ADF, como en la de Puigmadrona-Olorda, en Molins de Rei. En ellos hay un operador que está permanentemente en contacto con las diferentes unidades móviles de información y con los puntos de vigilancia fija. En el Baix Llobregat, éste se encuentra situado en la Desfeta, en Gavà.
Los centros de control están en contacto, además, con las diferentes entidades relacionadas con la prevención y extinción de incendios, con quienes comparten información y, en caso de emergencia, de forma más intensa. También mantienen una comunicación continua con el centro de control central ubicado en Barcelona, que gestiona la televigilancia y que centraliza toda la información de los distintos sectores.
A lo largo de la campaña de 2021, el personal del PVI notificó 287 infracciones a la normativa de incendios y, de éstas, en 261 ocasiones se detectó al infractor. La efectividad en la disuasión fue del 90,4%, evitándose así 236 situaciones de riesgo de incendio. Desde la Diputación destacan que un 35,9% de las infracciones tenían relación con el uso de maquinaria que puede generar chispas, sin la autorización pertinente; y un 28,9% correspondieron a barbacoas fuera de la normativa.
El AMB pone en marcha una campaña de prevención
Por su parte, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) también tiene en marcha una campaña de prevención de incendios en el Parque Natural de la Sierra de Collserola y en los bosques metropolitanos, que se alargará previsiblemente hasta finales de agosto. El dispositivo consiste en una vigilancia activa sobre el territorio con la función de alertar precozmente de una columna de humo y avisar a los servicios correspondientes para apagar el fuego y evitar su propagación.
![[Img #43681]](https://elfar.cat/upload/images/07_2022/6155_1815_dsc00030.jpg)
El dispositivo, que funciona los siete días de la semana en horario de mañana y tarde, cuenta con un equipo de 32 personas y está formado por 13 torres de vigilancia, un equipo de soporte móvil que patrulla por los diferentes caminos del parque y una central de comunicaciones.
La pérdida de paisaje mosaico agroforestal propicia la propagación de incendios
A mediados del siglo pasado, el paisaje mosaico de cultivos, pastos y bosques era el predominante en los municipios de la provincia de Barcelona, pero este modelo se ha ido perdiendo en favor de los paisajes eminentemente forestales. De acuerdo con el estudio A prueba de fuego elaborado por el programa BCN Smart Rural, actualmente, solo 78 de los 311 municipios de la demarcación disfrutan de un paisaje en mosaico, lo que representa un 25% del total, mientras que el número de municipios con un paisaje continuo forestal ha pasado de 104 a 193, lo que significa un aumento del 84% en 62 años.
"El estudio resalta que el retroceso del mosaico agroforestal a favor de un paisaje homogeneizado basado en masas arboladas continuas es generalizado en la mayoría de municipios de la provincia de Barcelona, lo que incide en las posibilidades de mayor propagación de los incendios forestales", explican fuentes de la Diputación de Barcelona.
Actualmente, nueve de las doce comarcas barcelonesas como son el Baix Llobregat, el Berguedà, el Moianès, Osona, el Bages, el Garraf, el Maresme, el Vallès Occidental y el Vallès Oriental, presentan un paisaje eminentemente forestal. De las tres restantes, el Alt Penedès y la Anoia todavía conservan un paisaje en mosaico, mientras que el Barcelonès muestra un paisaje urbanizado.
El estudio constata que los municipios con mayor superficie incendiada en los últimos 20 años, tienen un paisaje eminentemente forestal: de las 16.494 hectáreas quemadas en estos años, 12.329 hectáreas se encuentran en medio de un paisaje forestal, mientras que las poblaciones que disfrutan de un paisaje en mosaico solo se han incendiado 3.289 hectáreas y en los municipios con paisaje agrícola, 732 hectáreas.
El verano es ya, por naturaleza, época propicia para los incendios, pero el de este año se antoja especialmente peligroso a la vista de las altas temperaturas que ha marcado el mercurio de los termómetros las últimas semanas, de las escasas lluvias de la primavera y de la baja humedad.
La situación se complica aún más si tenemos en cuenta el cambio climático y el gran número de urbanizaciones que existen en el Baix Llobregat, las cuales añaden un punto extra de dificultad a la gestión del trabajo de los profesionales, ya que tienen que controlar inmediatamente el fuego por las consecuencias negativas que pueda tener su propagación. Desde el Cuerpo de Bomberos remarcan que ya no se trata solo de una emergencia en incendios forestales, sino de una emergencia más integral, donde la prioridad no es únicamente apagar el fuego sino proteger a las personas y sus bienes.
En definitiva, un escenario complejo que obliga a extremar las precauciones para evitar tragedias como la vivida en julio del año pasado en la Serra de l’Ataix, donde se calcinaron 191 hectáreas, la gran mayoría de vegetación forestal. El origen del fuego, que azotó con dureza los términos municipales de Castellví de Rosanes y Martorell, se situó en unos trabajos de mantenimiento, sin autorización, con una radial y un equipo de soldadura en la valla de una vivienda situada en la urbanización Valldaina, en Castellví. Afortunadamente, esta negligencia humana no provocó daños personales, aunque dejó un paisaje desolador.
En 2021, el Baix Llobregat perdió cerca de 205 hectáreas forestales debido a los 45 incendios ocasionados. Y este año, desde enero a junio ya se han producido una veintena. Casi todos ellos han sido de poca consideración, a excepción del que tuvo lugar en abril en la Riera de Magarola, entre los términos municipales de Abrera y Esparreguera. En este caso también fue una imprudencia la responsable de que se quemaran tres hectáreas de superficie forestal y 700 metros cuadrados de terreno agrícola. Según fuentes de los Mossos d’Esquadra, el responsable, un hombre de 62 años, había encendido una hoguera para calentar agua en una de las barracas de la zona. Una insensatez si tenemos en cuenta que lo hizo en una época de prohibición de hacer fuego y con el nivel 2 del Plan Alfa activado por un nivel alto de peligro de incendio.
Un peligro que coge más fuerza durante el verano. Por este motivo, y para soportar la presión que significa la actividad operativa los meses estivales, los parques de bomberos de L’Hospitalet, Cornellà. Gavà, Martorell, El Prat, Sant Feliu y Sant Boi se han reforzado con 42 auxiliares de oficio forestal que hasta mediados de septiembre engrosarán las plantillas habituales, formadas por 214 profesionales.
Además, los efectivos de la Generalitat cuentan con la ayuda inestimable de los voluntarios reunidos en las 11 Agrupaciones de Defensa Forestal (ADF) que hay en la comarca, las cuales llevan años luchando contra los incendios y trabajando en la prevención.
La que cubre una mayor superficie es la de Puig Vicenç, que desde 1987 coordina a las ADF de los diferentes municipios que engloba: Begues, Collbató, Sant Boi, Santa Coloma de Cervelló, Sant Vicenç dels Horts, Torrelles, Vallirana y La Palma.
Las otras diez agrupaciones son: Massís de l’Ordal (Corbera, Sant Andreu de la Barca, Castellví y Gelida); Olesa-Esparreguera; El Roure (Sant Esteve Sesrovires, Abrera y Ulastrell); Gavà; Sant Ramon (Viladecans y Sant Climent); Puigmadrona-Olorda (Molins de Rei y El Papiol); Collbató; Sant Feliu, Castelldefels y Pallejà.
Los episodios más negros en la comarca fueron los acontecidos en 1982 y 1994, con unas 4.000 hectáreas calcinadas, a causa sobre todo de los grandes incendios declarados en La Morella (Macizo del Garraf) y de Montserrat, respectivamente.
Aunque también cabe recordar el que tuvo lugar en 2005 en los términos municipales de Viladecans y Sant Boi, que se saldó con 60 hectáreas de masa forestal quemadas; y el que se produjo en 2013, cuando ardieron más de 110 hectáreas en Vallirana.
A día de hoy, un total de 24 municipos del Baix Llobregat se encuentran en el nivel 3 del Plan Alfa, la alerta máxima, que se mantendrá, en principio, hasta el próximo martes, 26 de julio, con medidas restrictivas que implican la suspensión de cualquier actividad con riesgo de incendio forestal, como acampadas y rutas deportivas, casales y colonias, actividad agrícola, obras, uso de herramientas o circulación motorizada. También permenece cerrado el acceso a 11 macizos, entre ellos el de Montserrat.
Plan de vigilancia de la Diputación de Barcelona
Por su parte, la Diputación de Barcelona, en colaboración con los ayuntamientos, consejos comarcales y ADF, ha puesto en marcha un año más el Plan de Información y Vigilancia (PVI) contra incendios forestales, con el objetivo de cubrir las 500.000 hectáreas de bosques de la demarcación. El plan permanecerá activo hasta el 1 de septiembre y está integrado por 254 personas, con un total de 93 unidades de información y vigilancia móvil, 14 puntos de vigilancia fija y tres equipos de coordinación y control.
El conjunto de la demarcación se divide en tres sectores de prevención, que engloban el equivalente a cuatro comarcas, y en cada uno de los cuales hay centros de control ubicados principalmente en las sedes de las federaciones de ADF, como en la de Puigmadrona-Olorda, en Molins de Rei. En ellos hay un operador que está permanentemente en contacto con las diferentes unidades móviles de información y con los puntos de vigilancia fija. En el Baix Llobregat, éste se encuentra situado en la Desfeta, en Gavà.
Los centros de control están en contacto, además, con las diferentes entidades relacionadas con la prevención y extinción de incendios, con quienes comparten información y, en caso de emergencia, de forma más intensa. También mantienen una comunicación continua con el centro de control central ubicado en Barcelona, que gestiona la televigilancia y que centraliza toda la información de los distintos sectores.
A lo largo de la campaña de 2021, el personal del PVI notificó 287 infracciones a la normativa de incendios y, de éstas, en 261 ocasiones se detectó al infractor. La efectividad en la disuasión fue del 90,4%, evitándose así 236 situaciones de riesgo de incendio. Desde la Diputación destacan que un 35,9% de las infracciones tenían relación con el uso de maquinaria que puede generar chispas, sin la autorización pertinente; y un 28,9% correspondieron a barbacoas fuera de la normativa.
El AMB pone en marcha una campaña de prevención
Por su parte, el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) también tiene en marcha una campaña de prevención de incendios en el Parque Natural de la Sierra de Collserola y en los bosques metropolitanos, que se alargará previsiblemente hasta finales de agosto. El dispositivo consiste en una vigilancia activa sobre el territorio con la función de alertar precozmente de una columna de humo y avisar a los servicios correspondientes para apagar el fuego y evitar su propagación.
El dispositivo, que funciona los siete días de la semana en horario de mañana y tarde, cuenta con un equipo de 32 personas y está formado por 13 torres de vigilancia, un equipo de soporte móvil que patrulla por los diferentes caminos del parque y una central de comunicaciones.
La pérdida de paisaje mosaico agroforestal propicia la propagación de incendios
A mediados del siglo pasado, el paisaje mosaico de cultivos, pastos y bosques era el predominante en los municipios de la provincia de Barcelona, pero este modelo se ha ido perdiendo en favor de los paisajes eminentemente forestales. De acuerdo con el estudio A prueba de fuego elaborado por el programa BCN Smart Rural, actualmente, solo 78 de los 311 municipios de la demarcación disfrutan de un paisaje en mosaico, lo que representa un 25% del total, mientras que el número de municipios con un paisaje continuo forestal ha pasado de 104 a 193, lo que significa un aumento del 84% en 62 años.
"El estudio resalta que el retroceso del mosaico agroforestal a favor de un paisaje homogeneizado basado en masas arboladas continuas es generalizado en la mayoría de municipios de la provincia de Barcelona, lo que incide en las posibilidades de mayor propagación de los incendios forestales", explican fuentes de la Diputación de Barcelona.
Actualmente, nueve de las doce comarcas barcelonesas como son el Baix Llobregat, el Berguedà, el Moianès, Osona, el Bages, el Garraf, el Maresme, el Vallès Occidental y el Vallès Oriental, presentan un paisaje eminentemente forestal. De las tres restantes, el Alt Penedès y la Anoia todavía conservan un paisaje en mosaico, mientras que el Barcelonès muestra un paisaje urbanizado.
El estudio constata que los municipios con mayor superficie incendiada en los últimos 20 años, tienen un paisaje eminentemente forestal: de las 16.494 hectáreas quemadas en estos años, 12.329 hectáreas se encuentran en medio de un paisaje forestal, mientras que las poblaciones que disfrutan de un paisaje en mosaico solo se han incendiado 3.289 hectáreas y en los municipios con paisaje agrícola, 732 hectáreas.
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