OPINIÓN
Hasta aquí, basta ya!
SONIA GUERRA. Diputada por el PSC en el Congreso
![[Img #46026]](https://elfar.cat/upload/images/01_2023/2022_soniaguerraok.jpg)
El pasado 2 de diciembre varios centenares de personas, sobre todo mujeres, ocupamos la Plaza Sant Jaume de Barcelona al grito de Ni una más. Ni una menos. Empezaba así 2023, después de un final de año fatídico para las mujeres. En tan sólo 28 días, 13 mujeres fueron asesinadas en nuestro país por parte de sus parejas o exparejas. El machismo despedía el año con un mensaje claro: El hogar es el lugar más inseguro para vosotras, las mujeres. Cada 48 horas sois una menos.
El mismo mes de diciembre se decretaba el ingreso en prisión incondicional de cinco hombres de Castelldefels, que se habían organizado para violar y agredir a las mujeres con las que contactaban a través de una app de citas. Se autodenominaban a sí mismos La Manada 2.0, en clara alusión a los San Fermines de 2016. De nuevo el machismo lanzaba un aviso claro a las mujeres para finalizar el año: los violadores son nuestros referentes. No nos importa vuestro consentimiento. Tampoco vuestro deseo. Sólo nosotros decidimos.
Y mientras 2022 nos dejaba hastiadas y revueltas de tanta violencia, el nuevo año no auguraba igualdad. Empezábamos con la investigación de Inspección de Trabajo a la empresa encargada de seleccionar a las azafatas de vuelo de Kuwait Airways. Durante la entrevista, las candidatas debían quedarse en ropa interior. Nuevamente un input: Las mujeres no sois sujetos. Sois cuerpos. Cuerpos al servicio de los designios masculinos. Sean los que sean.
Lo narrado hasta el momento nos muestra hasta qué punto la violencia machista está presente en la vida de las mujeres. Una violencia que nos recuerda que la mitad de la humanidad no gozamos de ciudadanía plena. A las mujeres se nos vulnera sistemáticamente nuestro derecho a la seguridad: en el espacio privado, con 1.182 mujeres asesinadas desde 2003; y en el espacio público, con una agresión sexual cada tres horas y media. Nadie es ciudadano cuando se le coarta su capacidad para ser y estar libremente en el mundo.
Falta coeducar desde la pequeña infancia, formar con perspectiva de género a todos los agentes, no escatimar recursos en la detección, atención y protección de las víctimas. Falta coordinación interinstitucional y falta también el compromiso de la sociedad. De todas y todos, pero sobre todo de todos.
Necesitamos hombres activistas contra la violencia de género, que condenen los asesinatos, que denuncien las agresiones, que cuestionen a los machistas en privado, sí, pero que desenmascaren a sus congéneres también públicamente. Necesitamos hombres que acompañen a las mujeres, que les faciliten altavoces, que no las silencien. Necesitamos hombres que tengan claro que ante cualquier amenaza, que ante cualquier violencia contra las mujeres, no hay nada más revolucionario que romper con el silencio cómplice.
Y necesitamos también a mujeres empoderando a mujeres, a mujeres acompañando a mujeres, a mujeres que animen a otras mujeres a no callar, a denunciar (independientemente del tipo de violencia sufrido y del espacio en el que se haya producido). Mujeres que dejen de sostener al machismo y a los machistas, y que se atrevan a decir alto y claro: Hasta aquí, basta ya!
El pasado 2 de diciembre varios centenares de personas, sobre todo mujeres, ocupamos la Plaza Sant Jaume de Barcelona al grito de Ni una más. Ni una menos. Empezaba así 2023, después de un final de año fatídico para las mujeres. En tan sólo 28 días, 13 mujeres fueron asesinadas en nuestro país por parte de sus parejas o exparejas. El machismo despedía el año con un mensaje claro: El hogar es el lugar más inseguro para vosotras, las mujeres. Cada 48 horas sois una menos.
El mismo mes de diciembre se decretaba el ingreso en prisión incondicional de cinco hombres de Castelldefels, que se habían organizado para violar y agredir a las mujeres con las que contactaban a través de una app de citas. Se autodenominaban a sí mismos La Manada 2.0, en clara alusión a los San Fermines de 2016. De nuevo el machismo lanzaba un aviso claro a las mujeres para finalizar el año: los violadores son nuestros referentes. No nos importa vuestro consentimiento. Tampoco vuestro deseo. Sólo nosotros decidimos.
Y mientras 2022 nos dejaba hastiadas y revueltas de tanta violencia, el nuevo año no auguraba igualdad. Empezábamos con la investigación de Inspección de Trabajo a la empresa encargada de seleccionar a las azafatas de vuelo de Kuwait Airways. Durante la entrevista, las candidatas debían quedarse en ropa interior. Nuevamente un input: Las mujeres no sois sujetos. Sois cuerpos. Cuerpos al servicio de los designios masculinos. Sean los que sean.
Lo narrado hasta el momento nos muestra hasta qué punto la violencia machista está presente en la vida de las mujeres. Una violencia que nos recuerda que la mitad de la humanidad no gozamos de ciudadanía plena. A las mujeres se nos vulnera sistemáticamente nuestro derecho a la seguridad: en el espacio privado, con 1.182 mujeres asesinadas desde 2003; y en el espacio público, con una agresión sexual cada tres horas y media. Nadie es ciudadano cuando se le coarta su capacidad para ser y estar libremente en el mundo.
Falta coeducar desde la pequeña infancia, formar con perspectiva de género a todos los agentes, no escatimar recursos en la detección, atención y protección de las víctimas. Falta coordinación interinstitucional y falta también el compromiso de la sociedad. De todas y todos, pero sobre todo de todos.
Necesitamos hombres activistas contra la violencia de género, que condenen los asesinatos, que denuncien las agresiones, que cuestionen a los machistas en privado, sí, pero que desenmascaren a sus congéneres también públicamente. Necesitamos hombres que acompañen a las mujeres, que les faciliten altavoces, que no las silencien. Necesitamos hombres que tengan claro que ante cualquier amenaza, que ante cualquier violencia contra las mujeres, no hay nada más revolucionario que romper con el silencio cómplice.
Y necesitamos también a mujeres empoderando a mujeres, a mujeres acompañando a mujeres, a mujeres que animen a otras mujeres a no callar, a denunciar (independientemente del tipo de violencia sufrido y del espacio en el que se haya producido). Mujeres que dejen de sostener al machismo y a los machistas, y que se atrevan a decir alto y claro: Hasta aquí, basta ya!
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