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Jueves, 13 de Abril de 2023
OPINIÓN

La belleza de lo imperfecto

PATRICIA ALIU. Periodista

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Mientras recogía ayer la vajilla recién lavada, reparé en una pequeña tara en una de mis tazas preferidas. Nunca la había apreciado. En lugar de lamentarme, me ocurrió algo curioso. Pensé que ese defecto mínimo, casi imperceptible, convertía en exclusivo un objeto que no lo es de inicio, aunque para mí lo represente por su vinculación con algunos de mis mejores recuerdos. Esa idea me llevó, sin esfuerzo, a otra, y recordé el Wabi Sabi, la teoría japonesa de ver bello aquello que es diferente, encontrar la belleza en la imperfección.

 

Los nipones han logrado encontrar, e incluso destacar, la belleza de lo que no está “perfecto”, de lo inacabado, de lo que tiene fracturas o grietas, o bien un motivo gráfico mal resuelto, como es el caso de mi taza. En las últimas décadas, Occidente está viviendo y asumiendo muchas influencias de Oriente en casi todos los aspectos vitales, desde la gastronomía a la decoración, pasando por la música, el arte o las propias maneras de existir. Países como China, Japón o Corea son, además de gigantes económicos y tecnológicos muy presentes en nuestro día a día, lugares con ritos ancestrales que pueden ayudarnos a encauzar mejor nuestra forma de ver la vida sin la presión del entorno.

 

En esta sociedad de la prisa, la superficialidad y la reflexión rápida, vamos en pos de la perfección con ayuda de máquinas y sistemas automáticos e innovadores que cada vez nos solucionan más la vida y nos hacen progresar. Vivimos en un mundo en el que todos debemos aspirar a lo máximo, a lo mejor, pero no sólo a eso, sino también a lo excelente. Estaría bien aprovechar las imperfecciones como oportunidades y no como lastres, no ocultarlas, porque ellas nos diferencian, y así inundarnos de autoestima para sentirnos libres de ser imperfectos. Porque, ya lo sabéis, como le dice Osgood (Joe E. Brown) a Jerry-Daphne (Jack Lemmon) en el final del clásico de Billy Wilder “Con faldas y a lo loco”, nadie es perfecto.

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