Sábado, 20 de Septiembre de 2025

Actualizada

Sábado, 20 de Septiembre de 2025 a las 16:04:54 horas

| 496
Jueves, 15 de Febrero de 2024
OPINIÓN

Una sobremesa del Baix

ÁNGEL T. GARCÍA. Periodista

[Img #52408]

Ya habían dado cumplida cuenta de los postres y estaban con el cava. El cumpleaños del más pequeño había reunido a una veintena de comensales de una familia en teoría bien avenida. ¿El lugar? Indeterminado, en el Baix Llobregat. La abuela ya lo había advertido: todo iría bien si no se hablaba de política. Pero quizá fueron los efluvios del alcohol los que provocaron la tormenta de sobremesa.


–Y qué. ¿Qué opináis de la amnistía? La pregunta sonó como un trueno. José, el hermano mayor, quería provocar.


Jordi, el hermano pequeño, el funcionario, recogió el testigo:
–Hombre, si sirve para hacer borrón y cuenta nueva y volvemos a la normalidad…

 

–¿Normalidad? Saltarse la Ley a la torera, por intereses políticos y personales… ¿es normal? Yo pago mis impuestos y cumplo con las leyes, y si delinco, me castigan. ¿O no os acordáis de la inspección que me hicieron en el taller? Lo único que exijo es que quien la haga, la pague. Había hablado Manel, el mediano de los tres. Un tipo rebelde y luchador por el pan de sus hijos.


–¿O ya os habéis olvidado de lo que pasó en 2017? El Parlament de Catalunya aprobó dos leyes, la de referéndum y la de la República, de forma ilegal, sin respetar las necesarias mayorías. ¡Fue un verdadero golpe de Estado! Luego vendría la celebración de la consulta ilegal y la declaración de Independencia…


–¡Que duró unos segundos!

 

–Después de marearnos a todos, unos fueron a la cárcel y otros “valientemente” huyeron al extranjero…

 

–¿Y qué me dices de las algaradas callejeras de protesta que vinieron después de los juicios? Quemaron contenedores, cortaron autopistas… ¡No nos dejaban trabajar! ¡Si hasta tomaron el Aeropuerto!

 

–¡Y la de empresas que se fueron! ¡Y los bancos!

 

José y Manel habían entrado en un monólogo a dos voces. Habían estado demasiado callados en aquellos años. Su opinión, decían, había sido despreciada. Si la mitad de los catalanes no eran independentistas, ni los medios de comunicación, ni las redes sociales ni las banderas en los balcones lo demostraban. El discurso único se había impuesto y era normal que aliviaran su rabia sobre la mesa de la reunión familiar. ¡El gobierno de la Generalitat nos despreció! ¡Fuimos una mayoría silenciosa!

 

–No levantéis la voz. No hace falta llamar tanto la atención.
Había intervenido la abuela para amonestarles. Doña Engracia, orgullosa viuda, que enterró su juventud en los terribles años de posguerra pero que había levantado una familia numerosa con su marido, trabajador de la Roca, también quería decir algo:
–Lo que pasó es que los catalanes no supimos hablar entre nosotros.

 

La llamada a la tranquilidad de la abuela sirvió para que Inés, la hermana pequeña, aún estudiante, se atreviera a opinar:
–El procés fue una solución mágica que algunos vieron para continuar con su estatus dominante en medio de una crisis económica. Un populismo más de los que están azotando el mundo. Mira Italia. Mira Argentina. Hungría… ¡Hay tantas democracias y no democracias que están cayendo en manos de grandes solucionadores!

 

–El problema, aportó Jordi, es que mucha gente siguió a los locos del procés. Nuestros vecinos, nuestros amigos… ¡y tenemos que vivir con ellos! Hay que recuperar la convivencia…

 

–Yo voté en el referéndum.
Todos dirigieron la mirada a Ramon, el novio de Blanca, la cuarta.

–Y vuestra hermana también… Y no me siento culpable de haber creído en una ilusión. Ahora estoy muy decepcionado. Con todos. Con los que nos engañaron diciéndonos que era posible, que una Catalunya independiente sería muy bien vista en Europa y en todo el mundo y que los catalanes viviríamos mejor. Pero también me decepcionan los que no son capaces de comprender lo que pasó y solo quieren judicializar y castigar. Solo por su interés político. A ver, creo que quien no cumplió la ley debe asumir culpas, sobre todo si lo hizo con dinero público, pero de ahí a hablar de terrorismo…

 

–No nos pondremos de acuerdo –Intervino por fin José–, la ley es la ley. Y es lo único que garantiza que todos tenemos los mismos derechos.

 

–La amnistía es un hueso duro de roer, apostilló Manel.

 

–Sí, pero tendremos que acabar de una vez con esto. Habrá que ofrecer salidas dignas a todos los que participaron y mirar hacia delante, ¿no?
Lo había preguntado Blanca. Pero más que una pregunta, era un grito de esperanza.

 

–Dejad que los políticos hagan su trabajo y lleguen a acuerdos.

 

–Precisamente, ¡que no se vuelva a repetir lo de 2017! ¡Que nadie hable en nombre de todos!

 

Había hablado Libertad, la hija de José. Desde sus 15 años, ella ya había pasado página de algo que apenas había vivido. Solo le daba rabia que el cumpleaños de su hermano pequeño se viera alterado por una discusión política. En el instituto todos y todas pensaban como ella: ni el centralismo ni la independencia estaban de moda ya y el debate era estéril y aburrido.

 

–Por cierto, vuestro Barça, fatal. ¿No?

 

La voz había salido del fondo de la mesa. Oriol, el nuevo novio de Inés. El catalufo, como le llamaban todos, con cariño. Un tipo que se hacía querer. Indepe como él solo, pero madridista hasta las trancas.

Comentarios Comentar esta noticia
Comentar esta noticia

Normas de participación

Esta es la opinión de los lectores, no la de este medio.

Nos reservamos el derecho a eliminar los comentarios inapropiados.

La participación implica que ha leído y acepta las Normas de Participación y Política de Privacidad

Normas de Participación

Política de privacidad

Por seguridad guardamos tu IP
216.73.216.23

Todavía no hay comentarios

Con tu cuenta registrada

Escribe tu correo y te enviaremos un enlace para que escribas una nueva contraseña.