OPINIÓN
EDITORIAL. El destino de Europa está en nuestras manos
MARÍA JOSÉ ESPINOSA. Directora de ELFAR.CAT
![[Img #54313]](https://elfar.cat/upload/images/05_2024/6368_maria-jose.jpg)
El próximo 9 de junio los ciudadanos tenemos, de nuevo, una cita con las urnas. Y lo hacemos, lamentablemente, en un contexto global hostil y extremadamente convulso.
Tras las pasadas elecciones autonómicas, en las que el PSC, liderado por Salvador Illa, volvió a ser la fuerza más votada en el Baix Llobregat y L’Hospitalet, ahora es el turno de decidir con nuestro voto a los representantes españoles en el Parlamento Europeo, un foro de especial relevancia puesto que en él se discuten asuntos que atañen a la vida cotidiana de cada uno de nosotros y donde se programan políticas que revierten directamente, en forma de financiación, en los municipios.
Aunque el nivel de popularidad y de aceptación de la Unión Europea (UE) es cada vez más alto, sobre todo después de la crisis del COVID-19, lo cierto es que la abstención en estos comicios suele ser históricamente bastante elevada. Y eso, con toda probabilidad, es debido a que un gran número de ciudadanos aún no es consciente de que muchas de las decisiones que se toman en Bruselas afectan de forma importante en sus vidas y en el progreso y mejora de nuestro territorio.
Si miramos a nuestro alrededor podemos ver que algunos de los equipamientos del Baix Llobregat, como el Citilab de Cornellà, la biblioteca Miquel Martí i Pol de Sant Joan Despí, el museo de Esplugues o el Parque Arqueológico de las Minas de Gavà, se construyeron en su día gracias a los fondos europeos; además de otras grandes infraestructuras de la comarca, como es el caso de la desalinizadora de El Prat.
Éstos son algunos ejemplos, pero la lista de los proyectos que han visto la luz gracias a la cofinanciación europea es innumerable, ya sea a través de los Fondos FEDER, de desarrollo regional; los Fondos de Cohesión, que financian actuaciones relacionadas con el medio ambiente y las infraestructuras; el Fondo Social Europeo, destinado a reforzar la cohesión económica y social; y los más recientes Next Generation, que se crearon para dar respuesta a la pandemia y avanzar hacia una Europa más digital y sostenible.
En definitiva, una Europa integradora y resiliente. Unos valores que peligran ante la irrupción de las fuerzas de extrema derecha euroescépticas y populistas que quieren hacernos cambiar el rumbo y amenazan con consolidarse en la tercera posición. Estas formaciones ya no pretenden hundir a la Unión Europea (UE), ni salirse de ella tras la mala experiencia del Brexit, sino cambiarla profundamente desde dentro, con menos cohesión social e inmigración y más recuperación de las soberanías nacionales. Por primera vez, la gran coalición que han mantenido tradicionalmente el Partido Popular Europeo y los Socialdemócratas, con la ayuda en los últimos años de liberales y verdes, está en peligro.
Pero, además, tenemos sobre la mesa grandes temas por resolver, como la guerra en Ucrania y el conflicto bélico entre Israel y Gaza; el pacto sobre inmigración y asilo; la emergencia climática; la transición energética; la agenda verde; la reforma de las reglas fiscales; las turbulencias económicas mundiales, la pérdida de poder adquisitivo o las políticas de defensa y seguridad con la mirada puesta en otras grandes potencias como China o Estados Unidos.
Por eso, esta cita electoral es clave para el futuro de todos y cada uno de nosotros. Tenemos en nuestras manos decidir cuál es el destino que toma la UE, qué Europa queremos y cuál ha de ser su papel en el mundo. No es momento de retroceder en derechos y libertades. Es la hora de seguir avanzando y dar forma a una Europa mejor.
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El próximo 9 de junio los ciudadanos tenemos, de nuevo, una cita con las urnas. Y lo hacemos, lamentablemente, en un contexto global hostil y extremadamente convulso.
Tras las pasadas elecciones autonómicas, en las que el PSC, liderado por Salvador Illa, volvió a ser la fuerza más votada en el Baix Llobregat y L’Hospitalet, ahora es el turno de decidir con nuestro voto a los representantes españoles en el Parlamento Europeo, un foro de especial relevancia puesto que en él se discuten asuntos que atañen a la vida cotidiana de cada uno de nosotros y donde se programan políticas que revierten directamente, en forma de financiación, en los municipios.
Aunque el nivel de popularidad y de aceptación de la Unión Europea (UE) es cada vez más alto, sobre todo después de la crisis del COVID-19, lo cierto es que la abstención en estos comicios suele ser históricamente bastante elevada. Y eso, con toda probabilidad, es debido a que un gran número de ciudadanos aún no es consciente de que muchas de las decisiones que se toman en Bruselas afectan de forma importante en sus vidas y en el progreso y mejora de nuestro territorio.
Si miramos a nuestro alrededor podemos ver que algunos de los equipamientos del Baix Llobregat, como el Citilab de Cornellà, la biblioteca Miquel Martí i Pol de Sant Joan Despí, el museo de Esplugues o el Parque Arqueológico de las Minas de Gavà, se construyeron en su día gracias a los fondos europeos; además de otras grandes infraestructuras de la comarca, como es el caso de la desalinizadora de El Prat.
Éstos son algunos ejemplos, pero la lista de los proyectos que han visto la luz gracias a la cofinanciación europea es innumerable, ya sea a través de los Fondos FEDER, de desarrollo regional; los Fondos de Cohesión, que financian actuaciones relacionadas con el medio ambiente y las infraestructuras; el Fondo Social Europeo, destinado a reforzar la cohesión económica y social; y los más recientes Next Generation, que se crearon para dar respuesta a la pandemia y avanzar hacia una Europa más digital y sostenible.
En definitiva, una Europa integradora y resiliente. Unos valores que peligran ante la irrupción de las fuerzas de extrema derecha euroescépticas y populistas que quieren hacernos cambiar el rumbo y amenazan con consolidarse en la tercera posición. Estas formaciones ya no pretenden hundir a la Unión Europea (UE), ni salirse de ella tras la mala experiencia del Brexit, sino cambiarla profundamente desde dentro, con menos cohesión social e inmigración y más recuperación de las soberanías nacionales. Por primera vez, la gran coalición que han mantenido tradicionalmente el Partido Popular Europeo y los Socialdemócratas, con la ayuda en los últimos años de liberales y verdes, está en peligro.
Pero, además, tenemos sobre la mesa grandes temas por resolver, como la guerra en Ucrania y el conflicto bélico entre Israel y Gaza; el pacto sobre inmigración y asilo; la emergencia climática; la transición energética; la agenda verde; la reforma de las reglas fiscales; las turbulencias económicas mundiales, la pérdida de poder adquisitivo o las políticas de defensa y seguridad con la mirada puesta en otras grandes potencias como China o Estados Unidos.
Por eso, esta cita electoral es clave para el futuro de todos y cada uno de nosotros. Tenemos en nuestras manos decidir cuál es el destino que toma la UE, qué Europa queremos y cuál ha de ser su papel en el mundo. No es momento de retroceder en derechos y libertades. Es la hora de seguir avanzando y dar forma a una Europa mejor.










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