OPINIÓN
Nunca, nunca jamás serán iguales
IRENE JEZABEL. Periodista
![[Img #55226]](https://elfar.cat/upload/images/07_2024/2176_irene-jezabel.jpg)
La extrema derecha reconquista Europa como si de una cruzada se tratase. Si la historia es cíclica, como los humanos nos empeñamos en demostrar, y la memoria corta… parece ser que es el turno de olvidar todo el daño que el egoísmo y el miedo han causado al mundo y volverlo a abrazar sin mirar atrás. Así, poco a poco, vemos como la derecha suma adeptos que más que filiales se vuelven hooligans de la causa.
Una derecha que ya no se esconde sino que se crece en su racismo, homofobia y machismo. En su absoluta falta de respecto por todo aquello que no entre en los parámetros de sus estrechos y delimitados puntos de vista. Una derecha que desautoriza cualquier acción hacia el estado del bienestar, que utiliza la mentira y la manipulación sin ningún tipo de pudor, e incluso con orgullo, lanzando dardos envenenados a diestro y siniestro con poco más objetivo que difundir el miedo y el odio para apoyar sus objetivos.
En nuestro país lo hemos visto cuando no han sentido ningún tipo de vergüenza al mezclar inmigración con delincuencia obviando datos y realidades, cuando no dudan en difundir mentiras sobre familiares o allegados de políticos para empujarles a dimitir o salir de las primeras filas. Una derecha que sigue siendo la guardiana del dinero; y es el dinero el que les permite hacer y deshacer, utilizar, manipular, convencer sin que nada les impida lograr sus objetivos.
Una derecha que no es nueva, que nos ha llevado una y otra vez a los recortes, a la pérdida de derechos, al deterioro del estado del bienestar, a hacer más ricos a los ricos y más miserables a quienes menos tienen.
En este país, gritamos el no a la guerra, se cubrieron las calles de mareas verdes, blancas… y peleamos aquello que tanto nos había costado conseguir y que volvíamos a ver en peligro: la sanidad, la educación, el respeto por la libertad…
Tu libertad acaba donde empieza la mía es una frase, atribuida en principio a Jean Paul Sartre, que usamos de forma recurrente para fomentar el respeto entre las personas. Sin embargo, a veces me cuesta interpretar dónde está esa línea en la que la libertad se confunde con derechos, que los derechos se desdibujan en deseos. ¿Es libertad el ataque y la ofensa? ¿Tenemos que volver a los principios de Maquiavelo y creernos sin pudor que el fin justifica los medios?
Izquierdas y derechas. Nos dirán los apolíticos y los desconfiados que todos son iguales. Pero no son iguales. Ser de izquierdas es luchar por el bien común, es intentar que sean la solidaridad y la justicia social los pilares indiscutibles del progreso. Es trabajar por el progreso de todas y todos independientemente de dónde hayas nacido.
Mientras que los partidos de derechas, y quienes defienden sus ideales, siguen valorando a las personas por su poder adquisitivo (porque no nos engañemos, no es solo racismo: el diferente si tiene dinero no molesta igual). Las derechas siguen privatizando la sanidad, la educación… mientras nos intentan vender que ahorrar es reducir ministerios y grueso del Estado, pero lo que hacen es acabar con políticas de igualdad, con las ayudas a mujeres maltratadas, reducen las urgencias, cierran especialidades médicas ampliando las listas de espera y empeorando gravemente la atención sanitaria pública porque reducir “grueso” como lo llamen, es no contratar a personal del Estado, es decir: médicos, enfermeros, profesores, policías... Son los que no invierten en investigación, los que hacen más precarios los trabajos para favorecer a las empresas y obligan a los jóvenes a buscar futuro fuera de las fronteras de nuestro país.
Mientras la derecha siga siendo demagogia que encubre su propio enriquecimiento y priorizar su bienestar sobre el resto, y la izquierda igualdad de oportunidad para todos y todas, nunca, nunca jamás, serán iguales.
![[Img #55226]](https://elfar.cat/upload/images/07_2024/2176_irene-jezabel.jpg)
La extrema derecha reconquista Europa como si de una cruzada se tratase. Si la historia es cíclica, como los humanos nos empeñamos en demostrar, y la memoria corta… parece ser que es el turno de olvidar todo el daño que el egoísmo y el miedo han causado al mundo y volverlo a abrazar sin mirar atrás. Así, poco a poco, vemos como la derecha suma adeptos que más que filiales se vuelven hooligans de la causa.
Una derecha que ya no se esconde sino que se crece en su racismo, homofobia y machismo. En su absoluta falta de respecto por todo aquello que no entre en los parámetros de sus estrechos y delimitados puntos de vista. Una derecha que desautoriza cualquier acción hacia el estado del bienestar, que utiliza la mentira y la manipulación sin ningún tipo de pudor, e incluso con orgullo, lanzando dardos envenenados a diestro y siniestro con poco más objetivo que difundir el miedo y el odio para apoyar sus objetivos.
En nuestro país lo hemos visto cuando no han sentido ningún tipo de vergüenza al mezclar inmigración con delincuencia obviando datos y realidades, cuando no dudan en difundir mentiras sobre familiares o allegados de políticos para empujarles a dimitir o salir de las primeras filas. Una derecha que sigue siendo la guardiana del dinero; y es el dinero el que les permite hacer y deshacer, utilizar, manipular, convencer sin que nada les impida lograr sus objetivos.
Una derecha que no es nueva, que nos ha llevado una y otra vez a los recortes, a la pérdida de derechos, al deterioro del estado del bienestar, a hacer más ricos a los ricos y más miserables a quienes menos tienen.
En este país, gritamos el no a la guerra, se cubrieron las calles de mareas verdes, blancas… y peleamos aquello que tanto nos había costado conseguir y que volvíamos a ver en peligro: la sanidad, la educación, el respeto por la libertad…
Tu libertad acaba donde empieza la mía es una frase, atribuida en principio a Jean Paul Sartre, que usamos de forma recurrente para fomentar el respeto entre las personas. Sin embargo, a veces me cuesta interpretar dónde está esa línea en la que la libertad se confunde con derechos, que los derechos se desdibujan en deseos. ¿Es libertad el ataque y la ofensa? ¿Tenemos que volver a los principios de Maquiavelo y creernos sin pudor que el fin justifica los medios?
Izquierdas y derechas. Nos dirán los apolíticos y los desconfiados que todos son iguales. Pero no son iguales. Ser de izquierdas es luchar por el bien común, es intentar que sean la solidaridad y la justicia social los pilares indiscutibles del progreso. Es trabajar por el progreso de todas y todos independientemente de dónde hayas nacido.
Mientras que los partidos de derechas, y quienes defienden sus ideales, siguen valorando a las personas por su poder adquisitivo (porque no nos engañemos, no es solo racismo: el diferente si tiene dinero no molesta igual). Las derechas siguen privatizando la sanidad, la educación… mientras nos intentan vender que ahorrar es reducir ministerios y grueso del Estado, pero lo que hacen es acabar con políticas de igualdad, con las ayudas a mujeres maltratadas, reducen las urgencias, cierran especialidades médicas ampliando las listas de espera y empeorando gravemente la atención sanitaria pública porque reducir “grueso” como lo llamen, es no contratar a personal del Estado, es decir: médicos, enfermeros, profesores, policías... Son los que no invierten en investigación, los que hacen más precarios los trabajos para favorecer a las empresas y obligan a los jóvenes a buscar futuro fuera de las fronteras de nuestro país.
Mientras la derecha siga siendo demagogia que encubre su propio enriquecimiento y priorizar su bienestar sobre el resto, y la izquierda igualdad de oportunidad para todos y todas, nunca, nunca jamás, serán iguales.










José Marta Montserrat | Lunes, 15 de Julio de 2024 a las 09:36:13 horas
Buen artículo, lástima que la mayoría de recortes para "privatizar" lo realizan políticos de izquierda como Mónica García en Sanidad
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