Tiempos de calma y construcción

Hay una interesante reflexión de Marco Aurelio que dice: “expulsa hacia fuera el juicio y te habrás salvado”. Considero que los nuevos tiempos que se abren en el horizonte de Catalunya requieren ser atendidos y gestionados entorno a esta síntesis. Son tiempos para obrar y colaborar.

Durante demasiado tiempo, la potencia emocional ha sobrevolado y enmascarado las decisiones y acciones públicas. Ahora, es preciso abrir una combinación de lo emocional con lo racional. La nueva dimensión ha de proporcionar nuevos sentidos de los límites, y ajustar los equilibrios entre las distancias emocionales y racionales.

Insisto en ese nuevo equilibrio, porque ahora y en tiempos venideros, en Catalunya se debería abrir paso la ponderación en el ejercicio de las responsabilidades públicas, fraguadas en la política intuitiva destinada a aumentar la equidad, y gestionadas desde el sosiego, para atender lo que una amplia parte de la sociedad reclama, un trayecto de credibilidad y utilidad con el fin de descongelar el tiempo.

Asimismo, durante este período, todos los actores políticos -incluido el PSC- deberíamos aprovecharlo para ajustar y orientar las cartas de navegación: unos desde el gobierno y otros desde la oposición, sin exclusiones ni imposiciones; todos estamos obligados a abrir un nuevo momento, que no desfigure la realidad, dejando atrás las excusas y actuando para recuperar la confianza de la ciudadanía.

Mientras tanto, se debería asumir una mayor responsabilidad por nuestro propio bienestar y resistencia emocional, al objeto de alcanzar y otorgar a la sociedad un incremento de la confianza en el sistema. Compartiendo proyectos de transformación para defender a los que necesitan de las políticas públicas, y potenciando la alianza y el consenso como métodos de relación convivencial. Con todo ello, estoy convencido que todos saldríamos beneficiados y el sistema se vería reforzado en este nuevo tiempo de construcción.

La llegada de Salvador Illa a la Presidencia de la Generalitat genera una oportunidad de lealtad a la primera reflexión: trabajar y acordar. Para atender la realidad que nos asalta cada día, hay que comprender que no tratamos con conceptos matemáticos, sino que nos enfrentamos a elementos aleatorios determinados por fragmentos diseminados en la biología, la química o la ciencia social.

La política, si no mantiene la genética de la proximidad, no es nada. Por eso, nuestra relación permanente con la vida diaria, con el conocimiento de los problemas y el rigor para afrontar los retos diarios, debe ocupar todas nuestras acciones y decisiones en cada esfera de responsabilidad institucional. Hay principios a los que nunca se puede renunciar, ni tampoco abandonar.

Considero que la presencia y actuación del nuevo gobierno de Catalunya -orientado a afrontar los nuevos retos, estimular la cooperación institucional, atender el día a día y ser estable para planificar y transformar nuestros territorios-  conformado con talento público, conocimiento inteligente, compromiso comunitario y con una mirada fresca, franca y respetuosa con la verdad, así como alejado de realidades abstractas e imposibles, contribuirá enérgicamente a allanar las dificultades y posibilitará la construcción de acuerdos sólidos.

Hay que evitar la colisión permanente. Perpetuar el caos es mantener la paralización. A mi juicio, cada uno en el espacio de responsabilidad que las urnas nos han otorgado, la misión es ser útiles y creíbles en esta nueva etapa,

Intuyo que cuando tengamos que rendir cuentas, éstas se tasarán contabilizando la contribución de ausencias o existencias que cada actor político haya aportado a afianzar estos nuevos tiempos de calma y construcción.