No seamos cómplices

El Consell Comarcal ha lanzado recientemente una campaña de vídeos en los que un grupo de seis hombres del Baix Llobregat, de diferentes franjas de edad, reflexionan sobre si el feminismo ha llegado demasiado lejos.

En uno de esos vídeos uno de los participantes defiende la necesidad de no guardar silencio, de llamar la atención cuando dentro de un grupo de amigos, alguno de ellos hace un comentario de esos que sobran porque son vejatorios, y que directamente son un insulto hacia las mujeres. Es, sin lugar a dudas, una forma de micro violencia machista.

En definitiva, se trata de no reírle la gracia a ese amigo que se cree tan gracioso, porque no hay que callar, no debemos guardar silencio... No seamos cómplices.

En los casos de acoso sexual más mediáticos, tarde o temprano aparece alguien que declara haber tenido conocimiento, o sospecha, de que aquel hombre era un abusador. Pero calló. Y no debemos callar, porque si lo hacemos, nos convertimos en cómplices.

¿Cómo es posible que un centenar de hombres violaran durante nueve años a una mujer drogada por su marido y nadie dijera nada? Entre los violadores es lógico, tenían que guardar su macabro secreto. ¿Pero no trascendió a nadie que hubiera podido romper esa complicidad?.

La vergüenza, como dice Gisele Pelicot, no es para las mujeres, es para los que ejercen cualquier tipo de violencia y para todas aquellas personas que, siendo conocedoras, callaron. No seamos cómplices.