OPINIÓ
Ser solidario aumenta la felicidad
JOAN GARCÍA. Presidente de Creu Roja Cornellà
![[Img #57464]](https://elfar.cat/upload/images/12_2024/1868_joan-garcia-presidente-creu-roja-cornella-copia.jpg)
Justo hace un año, en este mismo medio, mantuve que “la solidaridad es un valor que mueve al ser humano a dar, ayudar o apoyar a otras personas a conseguir un objetivo sin esperar nada a cambio”.
Expuse que cuando “la solidaridad” brota socialmente tiene su origen en “emergencias”: grandes desastres naturales, conflictos bélicos o pandemias. Un ejemplo ha sido la respuesta solidaria originada por el desastre causado por la DANA en la Comunidad Valenciana que ha afectado a unas 845.000 personas.
Una respuesta social masiva digna de reconocimiento y elogios que los medios de comunicación difundieron y esperamos sigan difundiendo para que los afectados se sientan respaldados socialmente y logren reconstruir sus vidas.
Pero el objeto de análisis no son las respuestas sociales masivas sino “la solidaridad individual” ante situaciones de vulnerabilidad que no cuentan con la difusión de los grandes desastres. Ser solidario no sólo es posible formando parte de una respuesta social masiva. Ser solidario es tener capacidad de observar a las personas de nuestro entorno, empatizar con ellas, preguntar, escucharles, reconocer sus necesidades y contribuir a su bienestar y felicidad.
Somos seres sociales por naturaleza y, con cooperación, capaces de conseguir el objetivo principal de nuestra vida: “la felicidad”.
Está demostrado que al realizar un acto solidario nuestro cerebro libera endorfinas conocidas como las hormonas de la felicidad y con ello obtenemos satisfacción personal y sensación de bienestar.Nos sentimos útiles y valorados. No se trata de compartir aquello de que careces sino lo que tienes.
Justo hace un año, en este mismo medio, mantuve que “la solidaridad es un valor que mueve al ser humano a dar, ayudar o apoyar a otras personas a conseguir un objetivo sin esperar nada a cambio”.
Expuse que cuando “la solidaridad” brota socialmente tiene su origen en “emergencias”: grandes desastres naturales, conflictos bélicos o pandemias. Un ejemplo ha sido la respuesta solidaria originada por el desastre causado por la DANA en la Comunidad Valenciana que ha afectado a unas 845.000 personas.
Una respuesta social masiva digna de reconocimiento y elogios que los medios de comunicación difundieron y esperamos sigan difundiendo para que los afectados se sientan respaldados socialmente y logren reconstruir sus vidas.
Pero el objeto de análisis no son las respuestas sociales masivas sino “la solidaridad individual” ante situaciones de vulnerabilidad que no cuentan con la difusión de los grandes desastres. Ser solidario no sólo es posible formando parte de una respuesta social masiva. Ser solidario es tener capacidad de observar a las personas de nuestro entorno, empatizar con ellas, preguntar, escucharles, reconocer sus necesidades y contribuir a su bienestar y felicidad.
Somos seres sociales por naturaleza y, con cooperación, capaces de conseguir el objetivo principal de nuestra vida: “la felicidad”.
Está demostrado que al realizar un acto solidario nuestro cerebro libera endorfinas conocidas como las hormonas de la felicidad y con ello obtenemos satisfacción personal y sensación de bienestar.Nos sentimos útiles y valorados. No se trata de compartir aquello de que careces sino lo que tienes.
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